Analytics

Mostrando las entradas con la etiqueta Socialismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Socialismo. Mostrar todas las entradas

domingo, 30 de julio de 2023

UNA REVOLUCIÓN INESPERADA

Reflexiones tardías sobre
Del buen salvaje al buen revolucionario: Mitos y realidades de Am
érica Latina. 

En estos días estuve haciendo la revisión final a una nueva edición que será publicada en Chile bajo los auspicios de la Fundación para el Progreso (Santiago), de Del buen salvaje al buen revolucionario: Mitos y realidades de América Latina (Carlos Rangel, 1975), obra clave para entender las patologías políticas de Latinoamérica. Al igual que la nueva edición digital distribuida en Venezuela bajo los auspicios de CEDICE, se incluirá en esta edición impresa el Post Scriptum escrito por Carlos Rangel algo más de diez años después de la publicación del libro original en Venezuela, un epílogo que contiene sus reflexiones después de transcurrida una década.

Tras ese tiempo, lo que para Rangel era evidente en 1975, era inescapable a cualquier observador objetivo en 1985. El lamentable fracaso de la Revolución Cubana, después de un cuarto de siglo de tiranía y rigidez, le había asestado un duro golpe al mito de la salvación latinoamericana por revolución izquierdista, regímenes de tipo soviético y confrontación con los Estados Unidos. La propuesta de Rangel establece sin embargo que:

“…sigue siendo un hecho que las sociedades de Latinoamérica no funcionan bien. ¿Podemos darnos por satis­fechos con el statu quo? Por supuesto, no. Necesitamos cam­biar, y ese cambio debiera ser tan profundo como para merecer llamarse —si el caso llega— una revolución, aunque ciertamen­te muy distinta de la enajenada por falacias radicales y neuro­sis casi patológicas que fracasó en Cuba y está fracasando en Nicaragua. La revolución que necesitamos debe consagrarse a la causa básica de nuestras persistentes frustraciones, que definitivamente no es sólo —ni siquiera principalmente— una conspiración yanqui para agotar nuestros recursos e impedir nuestro desarrollo sino, más bien, nuestro fracaso en implantar totalmente la democracia.

En nuestras guerras de independencia, la dictadura colonial española fue barrida en nombre de la libertad, supuestamente abonando el terreno para un orden democrático cuyo modelo suministraban los Estados Unidos. Pero, en la práctica, el poder no fue devuelto al pueblo, que no estaba —como no lo estaban sus líderes— preparado para vivir en paz bajo las reglas de la democracia. El poder quedó (y esto es en gran parte cierto hasta el presente) como un premio para ser repartido entre aquellos que se las han arreglado para capturar el Estado y hacerse de una clientela.

El «modelo» mexicano, que ha constituido un triste éxito por ser el sistema de gobierno más estable en la historia de la América Latina independiente, muestra claramente cómo entre nosotros el poder, el privilegio y el autoservicio de egoísmo sectorial no son el sello exclusivo de las ricas oligarquías que se orientan por los Estados Unidos. Más bien, esas actitudes antisociales han sido tradicionalmente compartidas por todos los grupos que pueden definir y perseguir exitosamente inte­reses especiales bajo la protección de un Estado todopoderoso, cuyo control ellos comparten o, al menos, a cuya estabilidad —a menudo precaria— contribuyen.

Estos párrafos de Rangel exhortan al cambio de nuestra manera de ser amañada por las taras del mercantilismo, la esclavitud metamorfoseada en peonaje, y el sectarismo racista, taras que han prevalecido como bases del sistema económico y social en Latino America desde los tiempos de la conquista y manifestadas de innumerables maneras en nuestra historia. Una manera de ser que enquista el atraso en nuestras sociedades. Una manera de ser que claramente va en contra de las aspiraciones de innumerables individuos en cada sociedad, formando un caldo de cultivo de resentimientos, agravios y deseos de cambio que prometen ser satisfechos por “la revolución”. 

Una revolución es un cambio fundamental en la manera de ser. Eso no ha ocurrido en las mal llamadas revoluciones latinoamericanas. El caso cubano es patéticamente emblemático, una sociedad en donde una élite mercantilista capitalista existente fue sustituida por una élite mercantilista auto proclamada revolucionaria. Esto ha ocurrido en las instancias de sustitución de élites ocurridas en Nicaragua, Bolivia, y Venezuela, al igual que con los intentos en Chile, Ecuador, Perú, México, etc. Pero mientras se mantenga la idea de que toda transacción comercial es una transacción suma-cero (base del mercantilismo) en vez de una relación gana-gana (base del capitalismo), nunca serán satisfechos los agravios de masas de ciudadanos cada vez mayores.  Es imposible satisfacer las aspiraciones y necesidades crecientes de una población en aumento con simple distribución de una riqueza cada vez más escasa; hay que hacer crecer la riqueza.

Ha sido únicamente en las ocasiones cuando ciertos lideres buscaban emprender reformas para equilibrar la tendencia humana cuasi-natural de crear condiciones de transacciones suma-cero para su beneficio propio, con la difícil tarea de establecer condiciones de relaciones gana-gana para crear el beneficio social y económico de toda la sociedad cuando ha habido progreso en las naciones. El caso mas destacado, y al que Rangel vuelve repetidamente, fue Argentina a finales del siglo XIX y principios del S. XX, momento en el cual ese país se perfilaba como el futuro gran rival de los EE.UU. en el hemisferio, tras haber emprendido las reformas liberales conducidas por Domingo Sarmiento; reformas conceptualmente simples, además: emular los sistemas que han demostrado éxito económico y social. 

Rangel argumenta claramente a favor del filón de liberalismo universal existente en America Latina que puede verse con raíces en Francisco de Miranda, Simón Bolivar, y Andrés Bello, siguiendo por Sarmiento, pasando por Haya de la Torre y el aprismo, hasta sus descendientes ideológicos, desde los demócratas en Venezuela hasta el Chile pre-Allende. Esta es una corriente liberal en contracorriente a la tendencia mercantilista y feudal nacionalista emblemática de tiranos desde Juan Manuel de Rosas hasta Fidel Castro y sus aduladores. Hoy día es probable que las transformaciones políticas en México que condujeron a la presidencia de Vicente Fox y cierto pluralismo democrático y, por supuesto, la reversión venezolana al neo-mercantilismo nacionalista que caracteriza el llamado socialismo del S. XXI, serían destacados en capítulos aparte.  

Carlos Rangel fue algo optimista (a pesar de lo que se ha escrito al respecto) al pensar que, si se sobreponen dichas taras originarias de la semilla sembrada por el imperio español en declive del S. XV y XVI, el progreso social y económico de la región es posible, en vez del estancamiento permanente. No era Rangel único en este campo del pensamiento político, siendo el más renombrado promotor de esta tesis Francis Fukuyama quien, poco después de la muerte de Rangel, publicaría su famoso ensayo (y posterior libro) de “El fin de la historia” el cual, en esencia, utiliza los argumentos de Hegel y Marx para establecer que el liberalismo democrático, y no el socialismo comunista representaba ese final y el cual, en la década de 1990, se vislumbraba en el horizonte.

Los ciclos de la historia nos pueden hacer pensar lo contrario. Toda revolución se origina en las presiones contenidas por un régimen que busca mantener un Status quo en donde ciertas élites privilegiadas tienen afán de auto-preservación y supervivencia. Si la revolución es exitosa, dichas élites serán sustituidas por otras que tendrán eventualmente esos mismos instintos. Cada élite en el poder buscará de alguna manera estabilizar la sociedad con ese otro instinto natural que tiene el ser humano: el rechazo a la inestabilidad y el desorden, a favor de la predictibilidad y el orden. Tras todo caos revolucionario la “nueva” sociedad y sus gobernantes presentarán como aceptables ciertos “excesos de orden” para renovar la sociedad y mantenerse en el poder. Esto se ve en los fusilamientos de La Cabaña en Cuba, las desapariciones del Estadio Nacional de Chile, o la “reeducación” en la campiña de Camboya. Y he aquí donde vemos el desarrollo moderno de las sagaces intuiciones de Lenin.

En su discurso “Sobre la guerra y la revolución” pronunciado en las postrimerías de la primera guerra mundial todavía en curso (mayo, 1917), y poco antes de tomar el poder en Rusia (octubre del mismo año), Lenin claramente expone que la manera de mantener el poder es establecer la revolución permanente contra las clases que amenazan el poder, en su caso, socialista. Esta manera de pensar la deriva de Clausewitz, volteando su famoso dicho de la guerra como continuación de política por otros medios, y estableciendo que la política es la continuación de la guerra por otros medios – es decir, la “revolución” permanente.

Esta es una lección bien aprendida por los neo-mercantilistas del socialismo. Mantener a la élite gobernante en pie de guerra contra la población con aspiraciones naturales de cambio es lo que hicieron, han hecho y siguen haciendo en la Unión Soviética, Cuba, y Corea del Norte; pero también en países que cayeron bajo la hegemonía ideológica del tercermundismo (“gobernantes objetivamente revolucionarios”, ver cf. Rangel, C.: DBSBR y El tercermundismo) como excusa para mantenerse en el poder, como el Irak de Hussein, la Libia de Gadafi y otros tantos tiranos de turno alrededor del mundo pasado y presente. Esta revolución permanente, término tan inverosímil conceptualmente como el nombre del Partido Revolucionario Institucional en México, sirve para excusar los atropellos más injustificables contra los derechos humanos en estos países “en rumbo hacia el mar de la felicidad” socialista.

Los tiranuelos acumulando poder y riqueza que se acogen al apodo socialista tercermundista y declaran que toda desigualdad económica es culpa del capitalismo imperialista occidental (liderado, por supuesto, por los EE.UU.), no son distintos que los tiranuelos de antaño que acumulaban poder y riqueza para disfrutarlas en ese mismo mundo capitalista occidental. Solo que estos nuevos tiranuelos se acobijan bajo un ropaje ideológico que, al igual que la religión (ese opio de las masas), promete una felicidad futura después del sufrimiento presente. Mientras llega esa redención paradisiaca, los tiranuelos de hoy disfrutan sus riquezas terrenales sin vergüenza en Abu Dabi, Shanghai o Singapur, más discretamente en los enclaves de aquellos viejos tiranuelos, la costa del mediterráneo, Londres o París, o simplemente en su propio país en fortalezas tal castillo medieval dentro de su feudo y ghetto de prosperidad clientelar rodeados por su corte de aspirantes a migajas (con aspiraciones ocultas, o no tanto, a ser el próximo a sentarse en el trono como premio personal); y utilizarán la "revolución permanente" para reprimir disidencias y aferrarse al poder.

La naturaleza humana abarca un gran rango de comportamientos. El comportamiento más natural es la aspiración a la mejora propia y de sus descendientes. Sólo bajo condiciones que permiten renovación económica y social dicha aspiración se puede mantener viva, y los regímenes neo-mercantilistas autoritarios en su afán de control, y la supresión de la libertad para mantener dicho control, reprimen dicha aspiración natural humana puesto que la misma presupone renovación y, como hemos discutido, la revolución permanente precluye la posibilidad de renovación de la élite gobernante. Esta posibilidad de renovación existe únicamente bajo condiciones de democracia institucional. Por supuesto que el líder de turno en el poder siempre buscará dejar huella permanente, sea mediante su “legado” (aceptable) o subvirtiendo las instituciones democráticas para mantenerse en el poder de alguna manera (inaceptable). Volviendo a eso de los instintos humanos, este comportamiento se deriva del instinto de supervivencia, tanto individual como tribal. Es solo a través del estado de derecho que lo peor e inaceptable de los instintos humanos se mantiene bajo control para que podamos vivir prósperamente en sociedad. Es por ello por lo que instituciones independientes del poder de mando son fundamentales para lograr una sociedad que no esté sometida a la arbitrariedad autocrática de una élite gobernante o su figura representativa. Este es el fundamento de la democracia liberal.

Pensar en que pueda ocurrir en nuestros países ese vuelco de pensamiento que Rangel, con toda la razón, denomina revolucionario, no es imposible. Hubo (y hay) ventanas y atisbos de esa posible revolución, y es posible que se recupere en algunos países la posibilidad. Pero el concepto leninista de revolución permanente (es decir, enquistar la élite dominante) no es compatible con la democracia liberal, la cual por definición no establece el concepto de “permanente” ni en la economía ni en los gobiernos. Más bien el concepto de renovación permanente es lo que priva, una renovación basada en el fomento de la creatividad e innovación constante que cambia las bases de la economía, la política y la sociedad para crear riqueza y movilidad social. La revolución permanente de Lenin es mucho más compatible con los sistemas feudales precapitalistas/mercantilistas del medioevo cuyos reyes fueron derrocados, muchos de manera violenta, otros por intrigas de palacio, y unos pocos aceptando el cambio de la revolución industrial y el desarrollo de los mecanismos de renovación económica y política: capitalismo y democracia. Derrocar el medioevo en America Latina era la aspiración revolucionaria de Rangel. ¿Será posible mantener la naturaleza caótica desordenada y de renovación permanente del liberalismo en contra de las fuerzas naturales que favorecen el orden y la supervivencia de élites autocráticas en el poder? El iliberalismo creciente a nivel mundial nos parecería indicar lo contario, una vuelta al ciclo de neo-mercantilismo impuesto con la excusa de recuperar el orden y los valores tradicionales. Para America Latina, en cualquier caso, el advenimiento de verdadera democracia liberal sería una revolución inesperada.

Descargue los libros de la Colección CEDICE: Biblioteca Carlos Rangel, mediante este enlace. Las reflexiones de Carlos Rangel 10 años después de haber escrito DBSBR, además de estar en la nueva edición del libro publicada por CEDICE Libertad y por la Fundación para el Progreso (FPP), se puede leer en "Marx y los socialismos reales y otros ensayos", el tercer y ultimo libro de Carlos Rangel.

Para una reflexión adicional sobre el Fin de la historia, véase: "El final de la guerra fría", en este mismo blog.

El texto del discurso pronunciado por Lenin en mayo de 1917 se puede descargar a través del Marxists Internet Archive, donde la fuente citada es "Lenin Collected Works", Progress Publishers, Moscú (1964). Volumen 24, pp. 398-421. Es de hacer notar que en marzo de 1918, menos de un año después de este discurso y con Lenin en el poder, Rusia firmó la paz con Alemania, cerrando el frente oriental y permitiendo que ese país dedicara todos sus recursos hacia el frente occidental. Lenin suponía que tras la revolución de octubre en Rusia, el proletariado obrero europeo se alzaría contra la burguesía imperialista explotadora conduciéndolos a una guerra carnicera atroz, y que la revolución comunista se regaría como pólvora encendida por el mundo. Al no ocurrir esto, Lenin revierte la política de la URSS a una política defensiva belicosa permanente, suponiendo que al igual que la Santa Alianza luchó contra los ejércitos de la revolución francesa para preservar las monarquías (cmo dijera en este discurso), así mismo el occidente enfilaría sus armas contra la revolución rusa. 
----



miércoles, 12 de abril de 2023

EL FINAL DE LA GUERRA FRÍA

Un equipo periodístico desarrollando una nueva plataforma de difusión de ideas me solicitó un ensayo acerca de lo que yo pensaba fue el evento politico más importante en la década de 1980-89. Lo primero que vino a mi mente fue, por supuesto, la caída del Muro de Berlín. Pero este evento aislado no es suficiente para entender su contexto, por lo cual terminé desarrollando el siguiente texto acerca del final de la guerra fría, que impactó e impacta el globo hasta nuestros días.

------------

El Final de la Guerra Fría

Incuestionablemente, el evento más importante en el mundo de la política internacional ocurrido durante la década de los ochenta fue el final de la Guerra Fría, una situación de conflicto internacional que hoy en día nos resulta casi imposible de imaginar. Esta guerra se inicia a finales de los ’40 y, si fuéramos a ponerle fecha, cuando la Unión Soviética hace detonar su primera bomba de hidrógeno, el 29 de agosto de 1949. El conflicto de ideologías sobre la mejor manera de organizar una sociedad para generar el mayor bienestar colectivo fue liderado por las grandes potencias militares y económicas del momento, los EE.UU. y la Unión Soviética (una confederación de quince países controlados por la central del partido comunista soviético, en Moscú). En 1960, al separarse la República Popular China de la hegemonía soviética por conflictos de liderazgo, este tercer país lidera un frente más en esta pugna. La Guerra Fría dividió familias y activó ejércitos alrededor del mundo, desde el sureste asiático, y el medio oriente, pasando por África y las Américas, llevando el mundo dos veces, al menos, al borde del infierno nuclear.

El año 1989 marca el final de esta guerra con dos incidentes que lo señalan claramente: la masacre de la Plaza Tianamen el 4 de junio, y la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre. Estos eventos, transformadores de las sociedades que los albergaron, son indicadores de lo que Francis Fukuyama llamó en su famoso ensayo de 1989 (luego desarrollado en un libro) como "¿El Fin de la Historia?". 

Fukuyama fue uno de muchos que celebraron la victoria del liberalismo democrático sobre el marxismo leninismo: el doloroso parto de una nueva era democrática en el mundo. Escoge el título de su ensayo para recordarnos que en 1848, en el Manifiesto Comunista, Karl Marx (quien a su vez deriva este concepto de Hegel), declara que la historia llegará a su fin cuando una ideología que resuelva las tensiones dialécticas entre el capital y el trabajo sea la dominante, y la sociedad sea una homogeneidad en la que cada quien aporta según su capacidad y cada quien recibe según su necesidad: el paraíso en la tierra de la sociedad comunista. En la idea original de Hegel, todo conflicto derivado por tensiones internas de la sociedad se va resolviendo a medida que progresa la historia. Marx argumenta que el conflicto primordial es la relación capital-trabajo y Fukuyama, manteniendo este ideario historicista, argumenta que dicha relación ha sido resuelta, 140 años después, por la democracia liberal por la manera demostrable en que genera mayor bienestar que el marxismo-leninismo y que aquella ideología alterna, ya vencida, el fascismo.

Los eventos de aquella década en China y la Unión Soviética parecen confirmar el análisis de Fukuyama, con su conclusión de que a finales de los ‘80 no hay ideología alterna al liberalismo promovida por una potencia mundial que logre ese ansiado final de los conflictos humanos. Los apegados a esas otras ideologías desechadas serán países de poca relevancia y algunos académicos de salón. La reversión constitucional iniciada por Gorbachov, el líder soviético de la era, se fundamenta en principios liberales, y China, al incorporarse a la Organización Mundial del Comercio mediante estatus temporal de “Nación más Favorecida” en 1980, inicia su etapa de apertura internacional, con los cambios culturales y de mercado que eso implica, aparte de cambios internos permitiendo comercio privado. Es decir, los grandes rivales en la Guerra Fría aceptan un tipo de sociedad modelada por la ideología liberal y el capitalismo debido a que sus líderes reconocen las fallas y contradicciones internas de sus sistemas. Ayudan, pero no son factor decisivo los liberalismos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, que hacen eco en las poblaciones con expectativas de cambio ante la corrupción creciente de sus propios sistemas de gobierno. Es allí que se origina la energía de esas poblaciones que hizo caer el muro y movilizó masas en China.

Una vez aceptada la premisa de que el modelo único, ideal y homogéneo es alguna versión de liberalismo centrada sobre la protección legal del derecho universal a la libertad y el consentimiento de los gobernados, se pueden dividir los países entre aquellos en la “post-historia” y los que permanecen en la historia. Es decir, los que han aceptado la democracia liberal como modelo social y los que todavía no lo han hecho. Todo conflicto entonces se limitará a la mejor distribución económica de los mercados bajo las reglas del liberalismo (incluso en sociedades con un gran sector público). Esta promesa historicista es seductora, pero probablemente es tan quimérica como la ilusión del paraíso comunista. El mismo Fukuyama admite que las fuerzas intrínsecas de una cultura pueden ser permanentemente contradictorias, pero las considera de naciones viviendo todavía en “la historia”. En particular indica como posibles tendencias innatas para el modelaje de una sociedad la religión y el nacionalismo. Como hemos visto en las décadas desde su tesis originaria, estas tendencias son indiscutiblemente modeladoras de sociedades e incluso, como en el caso de la Rusia de Putin, pueden hacer que un país se revierta al modelo fascista bélico expansionista.

La euforia de aquella victoria en la Guerra Fría contrastada con la situación del mundo actual nos hace reflexionar acerca del conflicto de fondo, y que no es necesariamente el de comunismo vs. capitalismo. Observar a Rusia y China son una primera pista: a pesar de tener capitalismos en formas híbridas, su capacidad de renovación democrática es nula y las élites autocráticas se aferran al poder. ¿Sera posible entonces que la verdadera dicotomía antagónica sea entre autoritarismo y democracia? Como segunda pista propongo un experimento mental: imaginarnos la existencia en conjuntos de pareja al autoritarismo y la democracia, con el capitalismo y el socialismo. La única combinación conceptualmente absurda es autoritarismo democrático (o democracia autoritaria), que es lo que pretenden ser países como Corea del Norte, o el Irak de Hussein donde líderes son electos con el 100% de los votos. Para estos países, la excusa de pseudo ideologías marxistas o nacionalistas sirven a sus élites para mantenerse en el poder.


Anne Applebaum en su libro “El ocaso de la democracia” (2020) nos da una pista final acerca de por qué el modelo historicista de inevitabilidad del progreso puede ser un concepto errado. A pesar de los obvios adelantos tecnológicos a nuestro alrededor, los instintos naturales del ser humano se mantienen en su esencia primitiva. Estos instintos incluyen preferir el orden y la predictibilidad más que al desorden y la incertidumbre, y la solidaridad tribal más que al universalismo. De cierta manera, Fukuyama alude a estos instintos al referirse a cultura, religión y nacionalismo como factores adaptando ideologías. Pero el argumento de Applebaum va más allá, puesto que implica que el ser humano tiende a preferir el autoritarismo por la promesa de orden predecible ejercido por una élite poderosa, en lugar de la realidad del desorden incierto de la democracia ejercido por una masa ciudadana heterogénea. Pero por la incapacidad de un régimen autoritario para satisfacer las necesidades crecientes de renovación y oportunidad de toda sociedad, y la consecuente represión creciente, el autoritarismo eventualmente revierte, o colapsa, hacia algún tipo de versión del modelo liberal, sea por reforma o revolución. La ola de nacionalismos antiliberales que recorre el mundo desde hace unos diez años es explicable como reacción al “fin de la historia” de 1989. Pero si algo nos enseña el final de la Guerra Fría es que la sociedad humana estará siempre condenada a repetir un ciclo pendular de versiones de autoritarismo a versiones de liberalismo, una historia sin fin.

Carlos J. Rangel, escritor, analista y consultor político, es autor de dos libros de ensayos sobre práctica y economía política, uno centrado sobre la campaña de Obama en el 2008, Campaign Journal 2008 (Routledge, 2009), y otro sobre el período en Venezuela a partir de 1998 hasta el 2017, titulado La Venezuela Imposible (Alexandria Publishing, 2017). 


viernes, 6 de enero de 2017

Manifiesto por Venezuela

Hace casi sesenta años, una generación de venezolanos se manifestó en contra de un gobierno que coartaba participación, limitaba oportunidad y detentaba las herramientas del poder con aras a mantenerse en el mismo. Esta generación originaria contaba con líderes e intelectuales provenientes de múltiples sectores; que habían sido perseguidos y asediadados; forzados a la clandestinidad o al exilio por decreto o por principio; con venezolanos de larga data, de generación reciente y de adoptivos.

Algunos de estos originarios habían participado en el primer experimento democrático de la segunda mitad de la década de los ‘40 y reconocieron los errores de ese período, tratando de corregirlos y ser más incluyentes en este nuevo intento democrático. Todos ellos veían en el país un gran potencial de futuro al alcance de la mano y aquel gobierno de turno, transformado en régimen de dictadura, mantenía los rezagos del personalismo haciendista del pasado. Al sacudirse de ese régimen, y ante la oportunidad de reconstruir las bases de la república los principios liberales de estos originarios incluyeron:

  •         Protección de la dignidad humana
  •         Igualdad de oportunidad
  •         Igualdad ante la ley
  •         Respeto a las minorías
  •         Libertad de expresión tanto en voz como en voto
  •         Derecho a la propiedad individual

Estos principios parten del derecho universal a la libertad, derecho fundamental adquirido por todo ser humano nacido en esta tierra. Estos principios fueron base de constitución, gobierno e ideología de la hoy llamada “Cuarta República.” Como todo principio idealista, fueron metas a lograr, a perseguir y por luchar. Su implementación incluyó la supeditación de las fuerzas armadas a la sociedad civil (incluyendo separación en forma e institución de las FF. AA. del mundo político), la representación proporcional de las minorías políticas, la no reelección inmediata, y la Independencia del poder judicial, entre otras.

Los años sesenta fueron un período de transición con atentados contra esa promesa de futuro tanto por agentes externos, títeres de la guerra fría, como por agentes internos con ambiciones de poder, reforma unipersonal y costumbres caudillescas. Ante estos embates, los originarios tomaron atajos institucionales y debilitaron sus principios base, infringiendo libertades y derechos, alienando minorías, suspendiendo garantías a conveniencia, y alimentando demagogias y populismos tanto a su favor como en su contra, llevando eventualmente a una crisis de madurez política.

Sin madurez política no existe desarrollo posible. La madurez política consiste en proteger los principios universales sobre los cuales se basa el Estado. El desarrollo consiste en estructurar un sistema que permita al individuo maximizar su potencial posible ajustado a esos principios y a los derechos humanos y sociales del hombre. El deber primordial del Estado es defender dicho sistema y crear las condiciones que permitan oportunidades para ese desarrollo individual, semilla del desarrollo nacional.

Hemos visto lo que la falta de madurez política nos ha traído. Líderes políticos aprovechando su posición, otorgada de buena fe por el pueblo elector, traicionaron los principios de defender el estado de derecho y de crear condiciones de oportunidad individual. De esta manera la nación fue llevada a las condiciones en las que se encuentra hoy, tres generaciones después del inicio de aquel experimento democrático original.

El gobierno de Venezuela a principios del S. XXI, nuevamente transformado en régimen de dictadura, ha traicionado al país y su potencial. Las causales de dicha traición son arrogancia, sectarismo y ambición de perpetuidad en el poder. La traición se manifiesta con el sufrimiento y daño causado a la nación mediante acciones directas e intencionales, entre las cuales se pueden enumerar las siguientes:

  • Ha infligido destrucción de bienes patrimoniales de la nación, tanto naturales como humanos.
  • Se ha burlado de la defensa de los derechos humanos y sociales de todos los venezolanos, incluyendo vida, libertad, salud, trabajo y educación.
  • Ha pervertido la democracia representativa, distorsionado el sistema electoral y desconociendo la voluntad popular tanto de resultados como de intención.
  • Ha causado el empobrecimiento brutal de la población, insistiendo en la aplicación de un modelo asfixiante de toda iniciativa que no esté bajo el control estricto del estado mediante usurpación, regulación excesiva o amenaza directa.
  • Ha abdicado la soberanía a naciones extranjeras tanto en los recursos del país como en su defensa, haciendo negocios, tratados, hipotecas y acuerdos secretos con naciones y entidades extranjeras.
  • Ha supeditado el poder civil al poder militar, denigrando el rol de ambos en la conformación de un Estado centrado en la libertad del ciudadano como condición básica.
  • Ha obstruido la administración de justicia y la legalidad, interfiriendo repetidamente en la independencia judicial con el fin de reprimir oposición legítima a sus políticas.
  • Ha protegido y facilitado prácticas corruptas y criminales de sus miembros, adeptos y acólitos, contribuyendo activamente al colapso del contrato social basado en el respeto a la ley, la propiedad y la vida.
  • En afán de hipertrofia cancerígena ha debilitado, intervenido, socavado, sustituido, callado  o atacado organismos e instituciones independientes de la sociedad civil tales como sindicatos, cámaras de comercio, asociaciones vecinales o educativas, la iglesia, colegios y gremios profesionales, la prensa y otros que canalizan y amplifican la voz ciudadana ante el gobierno.
  • Ha sembrado y exacerbado odios fratricidas entre el pueblo venezolano dividiendo y debilitando el gentilicio nacional.
  • Ha esquivado la responsabilidad de defender la integridad física de la nación al desistir, por conveniencia política de una nación extranjera, a la negociación legítima del diferendo territorial del Esequibo.

Estas causas enumeradas bastan para inculpar al régimen de usurpadores que manejan los destinos de la nación de traición a los principios fundamentales que conforman un estado y un país, y la protección y defensa de sus pobladores. Ante esa traición, es legítima la invocación de defensa implícita en el artículo 350 de la Constitución vigente de la nación:

“El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos.”

Hay venezolanos en el territorio y en el extranjero dispuestos a ser fieles a esa lucha. Dispuestos a poner en práctica ideales para construir un futuro posible que necesita reconocer el pasado y utilizar el presente; que necesita reconocer que construir un país es un proceso permanente, no una meta lograda; que necesita de todos los venezolanos, permitiendo que sea cada uno el que construya su parte del país.

El régimen de usurpadores ha traicionado lo que significa ser gobierno y será juzgado como tal. Los colaboradores desde la oposición facilitando el subdesarrollo político serán llamados a justificar su responsabilidad. La República de Venezuela ha sido, es y será siempre una sola y los principios universales que rigen estados bajo preceptos de justicia, respeto a los derechos y democracia prevalecerán cuando el pueblo unido reclame y ponga a usurpadores y colaboradores en su lugar de la historia. Así será.

-----

ESTE ENSAYO Y OTROS ESTÁN DISPONIBLES EN SU TOTALIDAD EN
LA VENEZUELA IMPOSIBLE: 


lunes, 8 de febrero de 2016

La Encrucijada del Desarrollo

La premisa socialista es que el mercado se puede diseñar y controlar de manera inteligente para maximizar el beneficio a la población—y que el libre mercado no puede lograr ese objetivo. A esto se le suma la idea popular en Venezuela de que este es un país rico, fabulosamente rico, por poseer las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo. Lamentablemente hasta que el liderazgo—y la población—no reconozca que la riqueza nacional no está bajo el suelo sino en la gente que lo camina se mantendrá la ilusión de que lo que hay que hacer es distribuir la riqueza y que los gobiernos sólo fracasan cuando fallan en esa distribución.  Durante los últimos cincuenta años esta premisa e idea son las que han impulsado el nocivo modelo económico acogido por el liderazgo político venezolano y han resultado en la crisis económica en la cual se encuentra ahora el país.

Definamos y estipulemos lo queremos decir por crisis económica: es la situación en la cual se han perdido las condiciones para satisfacer las necesidades básicas de la gran mayoría de la población. Para entender el deterioro de estas condiciones en Venezuela hay que reconocer fallas estructurales en tres grandes mercados de transacción entrelazados: el mercado laboral, el mercado de bienes y servicios, y el mercado cambiario. A pesar del gran esfuerzo por los gobiernos para imbuir estos mercados con el “diseño socialista” las leyes del mercado son tan inexorables como la ley de gravedad y las consecuencias se ven en resultados claramente identificables por conceptos de libre mercado: incentivos perversos, crowding del capital, interés propio de los actores, ineficiencia de monopolios y, por supuesto, límites en la eficacia de gestión de gobierno.

El Mercado Laboral


La crisis se manifiesta dentro del mercado laboral en la gran incertidumbre, dificultad y riesgo que significa ser partícipe en este mercado. La demanda...



-----

ESTE ENSAYO Y OTROS ESTÁN DISPONIBLES EN SU TOTALIDAD EN
LA VENEZUELA IMPOSIBLE: 

lunes, 30 de noviembre de 2015

Alfa y Omega del Socialismo del S. XXI


El único verdadero aporte a la discusión sobre socialismo, marxismo y capitalismo que aportó Heinz Dieterich Steffan fue crear una frase que hacía creer que un viejo y anticuado modelo podía ser renovado bajo un nuevo lema; algo así como decir “Ese Socialismo sí Refresca”: el Socialismo del S. XXI. Su libro es una serie de conceptos trillados, mitos mal concebidos e ideas mal fundamentadas que pocos leyeron y menos analizaron. Pero sobre ese lema, ese slogan de juventud y supuesto cambio de ideas—cuyos resultados históricos estaban a ojos vista—sobre ese fundamento de barro resbaladizo en 1999 se echaron las bases, el Alfa del gobierno y cambio social de Venezuela. Y ahora llegamos aquí, a las consecuencias.
El comunismo (estadio superior del socialismo) y el capitalismo ven la interacción fundamental de intercambio entre partes –la transacción—de manera muy distinta.  En el modelo comunista, la transacción es un evento suma cero es decir, una de las dos partes resulta favorecida sobre la otra—la riqueza (el bienestar) se distribuye: una parte pierde y la otra gana. El modelo capitalista postula que la transacción es un intercambio y satisfacción de necesidades—la riqueza (el bienestar) se crea y ambas partes ganan.

He aquí la falla fundamental del socialismo como modelo y su atractivo particular especialmente para una sociedad rentista. Si la riqueza... 


-----

ESTE ENSAYO Y OTROS ESTÁN DISPONIBLES EN SU TOTALIDAD EN
LA VENEZUELA IMPOSIBLE: 

jueves, 1 de octubre de 2015

Promesas Cumplidas


Chávez cumplió su promesa de conducir al país hacia un nuevo destino, una nueva sociedad la cual, en su mente, comparaba con un mar de felicidad.  Desde un primer momento visualizaba al modelo cubano como el modelo a seguir y nunca lo negó. Quienes negaron que el proponía esa vía fueron un gran número de venezolanos, empezando por los medios de comunicación y los políticos que se dejaron seducir por el discurso y los ojos de Chávez.

Poco después del intento de golpe de estado el 4 de febrero de 1992 por Chávez contra el presidente Carlos Andrés Pérez, el mundo político respondía de la siguente manera: 
2 de Abril 1992: La Marcha del Silencio exige la “libertad de los insurgentes y la renuncia de Pérez.” La marcha fue convocada a pesar de estar las garantías suspendidas a raíz de la intentona golpista.
Oswaldo Álvarez Paz (27 de Abril, 1992): “No tengo dudas en cuanto a la rectitud de propósitos que los animó a la aventura del 4-F.”
Claudio Fermín (octubre 1992): hay que considerar “la posibilidad de decretar una amnistía para los militares y encapuchados” del golpe.
Luis Herrera Campíns (2 de noviembre 1992): el expresidente “considera posible que los rebeldes de febrero puedan aportar ideas para salir de la crisis, por lo que reta al Presidente Pérez a ponerlos en libertad y permitir que busquen sus votos en la calle”.

Solo pasarán veinticinco días de esas declaraciones de Herrera Campíns cuando...


-----

ESTE ENSAYO Y OTROS ESTÁN DISPONIBLES EN SU TOTALIDAD EN
LA VENEZUELA IMPOSIBLE: 



miércoles, 6 de mayo de 2015

La Igualdad, la Libertad y la Felicidad

Click here to read this essay in English.

El Acta de Independencia de Venezuela, entre sus justificativos para romper con el gobierno español, incluye uno de los primeros reclamos registrados oficialmente por escrito contra la demagogia y las promesas incumplidas, derivado directamente de un lema de la revolución francesa la cual, irónicamente, había conducido al gobierno con el cual rompía ahora la Capitanía General de Venezuela:

“…nos prometían la libertad, la igualdad y la fraternidad, en discursos pomposos y frases estudiadas, para encubrir el lazo de una representación amañada, inútil y degradante.”

Es así como los conceptos de igualdad y libertad se encuentran en el origen de la nación venezolana—y en las numerosas y sangrientas pugnas fratricidas subsiguientes que ha sufrido desde el 5 de julio de 1811.

Si en lugar de evidentemente complementarios analizamos estos derechos universales como complejamente antagónicos, podemos entender algo mejor el porqué de dichas pugnas y su efecto sobre la felicidad del país.


El Marxismo como Base de la Justicia Social


El debate sobre justicia social tiene entre sus fundamentos principales la premisa de la igualdad del hombre con sus semejantes. Dicha premisa obliga moralmente a la empatía cuando existe desigualdad y busca remediar la condición y aliviar el sufrimiento de los más desafortunados. El corolario de esta línea de pensamiento es...


-----

ESTE ENSAYO Y OTROS ESTÁN DISPONIBLES EN SU TOTALIDAD EN
LA VENEZUELA IMPOSIBLE: 

EL ENGENDRO DE LA VIOLENCIA

La violencia política es un instrumento cuyo resultado genera resentimientos, incertidumbre e inestabilidad en una nación. El éxito de su ap...