Autor, emprendedor, analista económico y político.
Artículos y Ensayos, tanto en español como en inglés, sobre la condición de Venezuela y otros temas de interés internacional.
La posverdad y las
falsas narrativas son ya nuestro pan de cada día. No es que estemos descubriendo el agua tibia, a
fin de cuentas, la propaganda de todo tipo, desde comercial a política, es una vieja
herramienta. Es la explosión de la información sin filtros por medio de redes
amorales, combinada con la represión selectiva de la información por actores con poder, lo que hace
que dudar de la fidelidad de cualquier información públicamente difundida sea
un ejercicio mental saludable.
En el mundo contemporáneo las consecuencias de las mentiras de gran envergadura son trágicas. En otros países se han propiciado guerras territoriales o de odios que nos recuerdan conflictos que pensábamos superados. Vemos narrativas utilizando la posverdad para dividir, atomizar y fracturar sociedades para lograr ventajas políticas o económicas del grupo promoviendo esas narrativas y lograr o mantenerse en el poder. En Venezuela, el uso de la posverdad nos ha llevado a la combinación de un estado de miseria con uno de represión sin paralelo en nuestra historia.
En nuestro país, la mentira utilizando la
posverdad es un instrumento para mantenerse en el poder y reprimir la oposición.
Nos dice Carlo Collodi que una vez que alguien dice una mentira, tiene que
seguir mintiendo para no caer en contradicciones, llegando a decir tantas
mentiras que su obvia desfachatez es igual a una enorme nariz que se agiganta
con cada nueva mentira. El régimen criminal de Venezuela tiene una enorme nariz;
o tal vez muchas. Como múltiples pólipos faciales desfigurados y crecientes dice
mentiras para cada ocasión, desde el “dólar oficial” para crear ilusión de estabilidad
y control (y oportunidades de corrupción), hasta fingir ignorancia en la desaparición
de disidentes y opositores – y eventualmente imputar obvios cargos falsos de “odio”,
“terrorismo”, “magnicidio”, etc. Por supuesto el mayor embuste, la nariz mas
enorme, es la farsa electoral: su vanidoso intento por crear una ilusión de
democracia.
Corea del Norte se
autodenomina la “República Popular Democrática de Corea”. Este es un país en
donde los años del calendario oficial se cuentan a partir de la ascensión al
poder de la dinastía Kim, y su descendiente y líder actual usa veneno y perros para asesinar
rivales, así sean familia. El servicio secreto represivo mas feroz y eficiente
lo crearon los alemanes de la “República Democrática Alemana” (DDR) la Alemania
Oriental de la Guerra Fría. La Stasi de la DDR entrenó al servicio secreto
cubano, el infame G2, en sus tácticas represivas y de “contra-propaganda”, y a
su vez el G2 ha infiltrado, entrenado y comanda las fuerzas de inteligencia
represiva y desinformación en Venezuela. El uso de la palabra democracia es común y
frecuente entre dictadores de toda calaña, pretendiendo utilizar la falsa retórica
para justificar su despotismo. Para poder usar esa palabra, recurren a la farsa
electoral.
Las democracias se
caracterizan por las rivalidades entre partidos que pretenden influenciar los
destinos del país, y por instituciones estables que la protegen, incluyendo poderes
y sistemas electorales responsables, transparentes e independientes. Todo se instrumenta para poder interpretar la voz y voluntad del soberano, los ciudadanos,
bajo el marco de la constitución del país. La voz y voluntad del soberano es el
fundamento de una democracia, y esta se manifiesta de diversas maneras, siendo la
más visible el voto popular. Esa, sin embargo, no es la única y, por eso, una característica
específica de las democracias es la libertad de expresión, instrumentada en la libertad
de prensa, de asociación y de manifestación pacífica.
Cuando el régimen pretende
montar una farsa electoral para declararse democrático, mostrando descaradamente
la enorme y fea nariz de su gran embuste, el deber democrático de todo ciudadano
es rechazar esa farsa. Nos quedan las otras armas de la democracia, y en este
momento la protesta pacífica y desobediencia civil debilitará aún más al régimen.
La gran unidad opositora que le asestó un golpe mortal al régimen el 28 de
julio, puede rematar la tarea este 25 de mayo. El gran ¡NO! al régimen el 25 de
mayo es el complemento al gran ¡SÍ! a la democracia que manifestó el soberano el
28 de julio.
Ya la es hora de
levantar la peor sanción que tiene nuestra nación: el régimen criminal que
pretende aferrarse ilegítimamente al poder. Ya es la hora de reunificar la familia
venezolana, desde los engañados hasta los emigrados, todos somos ciudadanos venezolanos
que aspiramos a una patria noble, grande con futuro y libertad. Yaes ka hora de decirle al embuste el gran ¡NO! Venezuela ya votó, y esa es la verdad verdadera del 28 de julio y el gran embuste del 25 de mayo.
Hay veces
que hemos oído expresiones sardónicas acerca de esos amores de lejos. Pero la
distancia y el tiempo no hacen que ciertos amores sean de fantasía. Muchos
recuerdan su primer amor verdadero y algunos tenemos la fortuna de todavía
vivir con ellos. Los recuerdos de otros amores dejan huella, no se olvidan y forman parte de nuestro ser. Seres queridos que viven a distancia no por eso dejan de ser
queridos. Para algunos que hemos perdido seres queridos, su recuerdo es imborrable.
Desnudo, piedra en molde (1966)
Hoy recuerdo
a mi madre, Bárbara, nacida en los EE.UU., su amor por un venezolano la hizo
amar este país, el país donde nacieron y crecieron sus hijos. Desde 1951, a los
20 años, emprendió su recorrido de amor por Venezuela. Esa década fue de
vaivenes entre estudios y exilios de mi padre, hasta regresar a formar hogar
permanente en 1960. Dedicada a las artes plásticas y a la música (desde clásica
al folclore venezolano) nos inculcó esa amplia apreciación desde temprano, haciendo talleres
sabatinos con niños de Chapellin y Sarria en nuestra casa, bajo su guía y la de
otros artistas del momento. Su propio momento cumbre como artista fue una exposición
de sus obras en el Museo de Bellas Artes. Poco después tuvo que dejar sus ambiciones
para dedicase de lleno a nosotros tras el divorcio en 1969, un pequeño
escandalo social en aquella época de flux, corbata y largos vestidos. Los 70 la
vieron fuera de su medio en Nueva York y, finalmente a finales de la década se
regresa a Venezuela, su verdadera patria, la que nos enseñó a querer.
Fiel a sus
principios, al inicio de la era de Chávez se regresó a los EE.UU. Durante la
época de Franco, mis padres habían hecho un pacto mutuo de no viajar a España,
a pesar de querer hacerlo, mientras no cayera esa dictadura. Tras el divorcio y
nuestras penurias económicas, ella nunca tuvo oportunidad de ir a esa tierra
como hubiese querido. Mi madre falleció en
el 2011 y nos pidió que lleváramos sus cenizas a Venezuela, a su playa preferida,
después de que cayese el régimen totalitario de Chávez; régimen que ha
continuado con el tirano Maduro. Pero llevaremos esas cenizas pronto.
Hay
demasiadas historias, tal vez no suficientes, del amor de madre, madre cerca, madre lejos y madre más
allá. El amor de madre se siente en cualquier lugar, pero siempre nos gustaría tenerla
algo más cerca. Nuestras ocupaciones y faenas diarias a veces interfieren con
esa cercanía, pero nunca con la que existe en el corazón. En Venezuela hay muchas
madres lejos de sus hijos, por muchas razones. El régimen ha fracturado familias
despiadadamente, desde el exilio, forzado o desesperado, hasta la prisión o la
muerte. Emblemático es el caso de Maria Corina, con sus hijos afuera y ahora su
madre también. Lo que el régimen en su afán
de control totalitario represivo nunca logrará es quebrar el amor a distancia
de toda la familia venezolana, incluyendo el amor por nuestra querida madre
patria. Venezuela pronto será reunificada por la incansable y heroica labor de
la oposición democrática que tiene esa meta en la mira. El abrazo maternal nos
espera pronto.
Feliz día a todas las madres.
Bárbara (1931-2011), Foto sin fecha, una playa en Venezuela
El 21 de noviembre de 2024, El Club de la Libertad, en Corrientes, Argentina, invitó a Carlos J. Rangel a hablar acerca de Venezuela, su estado actual y su futuro. Este es el discurso / ponencia de Rangel en el evento.
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Gracias a
todos los presentes, damas y caballeros, por participar en este foro, un evento
enfocado sobre el futuro y potencial de nuestras economías. Economías que
enfrentan gran incertidumbre ante las tensiones por el cambio. Cambio desde un mundo
esencialmente unipolar hacia uno en donde las potencias se disputan activamente
los centros del poder económico y político. Esas tensiones, que parecen
contradictoriamente aislacionistas e imperialistas simultáneamente, crean
aperturas aprovechables, incluso para una situación como la que vive mi país,
Venezuela. La oposición venezolana le agradece mucho a Argentina su
solidaridad con la causa y el albergue a nuestros compatriotas. Muchas gracias.
Quiero agradecer especialmente al Club de la Libertad y a su presidente,
Alberto Medina Méndez, por utilizar estos eventos para mantener viva la causa
de la libertad en Venezuela, y por su invitación a que yo compartiese por
algunos minutos con ustedes mis reflexiones sobre el presente y el mañana en
Venezuela.
El 28 de
julio de 2024 fue una fecha trascendental para Venezuela. Puede esperarse incluso
que en algún futuro posible, y manteniendo esa costumbre común de nuestros
países, alguna avenida, plaza o barriada sea nombrada con esa fecha; la fecha que
definitivamente evidenció el anhelo indiscutible de los ciudadanos venezolanos
de terminar el experimento chavista.
La propuesta
chavista era cambiar las estructuras económicas y sociales del país para lograr
igualdad y justicia social administrada mediante un fuerte gobierno central.
Bajo esa propuesta, el gobierno central asumía el control sobre los recursos
naturales y activos fijos del país, y la administración de su explotación. La
propuesta se basaba sobre la premisa de que Venezuela era un país rico, rico en
minerales básicos necesarios para la economía mundial. Con los amplios recursos
financieros obtenidos por ese control, el gobierno podría satisfacer las
necesidades de todos los venezolanos. Esa fue la promesa de Chávez.
Hay muchas
razones por las cuales ese experimento resultó en un gran fracaso. Pero la
razón fundamental es debido a su contradicción interna: lograr orden, igualdad
y justicia mediante el control central y absoluto de la sociedad y la economía.
Ese control eventualmente y necesariamente será autoritario, y es imposible
lograr igualdad y justica bajo esas condiciones. No solo Venezuela ha vivido la
tragedia generada por esa contradicción conceptual. Cuba, por no mencionar
otros, es otro gran ejemplo en nuestro hemisferio de autoritarismos de
izquierda con fantasías de utopías. Por supuesto la Unión Soviética, Corea del
Norte y China Comunista son ejemplos notorios en el mundo.
Sin embargo,
no debemos descartar ese otro vértice ideológico cuyos resultados igualmente
resultan en fracaso: el autoritarismo de derecha. Fracaso de otra índole, pero
en la misma familia. Las contradicciones estructurales de esta otra propuesta
autoritaria también estancan a la sociedad enquistando oligarquías, sean
civiles o militares. Esto lo hemos visto en el pasado de Latinoamérica y el
Caribe: en el Paraguay de Stroessner, la Nicaragua de Somoza, el Haití de Papa
Doc, hasta en el México de Porfirio Díaz a principios del siglo pasado, cuando Civilización y Barbarie se confundían fácilmente; y alrededor del mundo con el
Irak de Hussein, el Irán del Chá, y tantos otros ejemplos frecuentemente
citados por la izquierda y que ustedes han oído. Hoy día incluso estamos
viendo lo que podemos calificar de autoritarismo de derecha en países como
Rusia y la China actual, con creciente desigualdad, tiranía y economías en
descenso estructural, buscando su rescate mediante la expansión imperialista.
Al igual que las de izquierda, las élites dirigentes de derecha pretenden
mantener sus privilegios eternamente, viviendo esa fantasía de Voltaire de que
viven en el mejor de los mundos posibles, y que todo cambio es innecesario,
indeseable y peligroso.
Esto ocurre
por igual tanto en los autoritarismos de derecha como en los de izquierda.
Ambos han creado un mundo para sus élites con privilegios basados en rentas
monopólicas, sean del estado o de los oligarcas, acumulando poder y activos. Un
mundo que quieren mantener, conservar a toda costa; es decir son conservadores.
Todo mandato autoritario es conservador, viven en su mejor mundo posible y no
quieren que cambie. Venezuela tiene un gobierno conservador, al igual que Cuba.
Irán, Hungría, Rusia y China. Son variaciones de la combinación mandato
autoritario / capitalismo, o mandato autoritario / comunismo. Combinaciones
destinadas al fracaso económico, social, conducentes a gran descontento popular
con la consecuente represión totalitaria. Represión que va desde la pasiva
mediante fraudes electorales y control de medios, hasta las activas con
milicias, prisión, tortura y muerte.
Hayek nos
instruye para entender mejor esta dicotomía derecha / izquierda en su “Postdata
a Fundamentos de la Libertad”. Hayek denuncia tanto a la extrema derecha como a
la extrema izquierda por ser ideologías que buscan suprimir la individualidad
para asumir el control de la sociedad. Ese control se basa en el supuesto de que
el bienestar colectivo es mejor entendido por su élite de ideólogos que por un
individuo cualquiera en búsqueda de su bienestar propio; que ciertos elementos,
anhelos o “perversiones” de esa individualidad es mejor controlarlos en aras
del bienestar colectivo. Por eso, esos ideólogos de derecha o de izquierda
proponen leyes, reglamentos y acciones que coartan la libertad. Esa intelligentsia
de izquierda o de derecha pontifica que ella es la que mejor sabe lo que es
mejor para cada quien en aras del bienestar social.
Todos esos
son experimentos destinados al fracaso y al rechazo, como lo demostró Venezuela
el 28 de julio. Ese día la ciudadanía venezolana dijo “ya basta”. Dijo que el
experimento chavista, ni nada que se le parezca, no solucionaba la desigualdad,
ni mejoraba la vida, ni ofrecía futuro; dijo que el experimento chavista
quebraba familias y generaba miseria; dijo, utilizando la poderosa voz del voto
democrático de cada uno, que la élite chavista no merecía su confianza ni merecía gobernar.
El 28 de julio, los ciudadanos venezolanos optaron por ese concepto difuso de
“libertad”, uno de esos conceptos que a veces uno no sabe qué es exactamente,
pero que si sabe cuándo no la tiene.
Anteriormente
he tenido la temeridad de definir la libertad como la condición bajo la cual un
ser humano tiene la oportunidad de desarrollar su pleno potencial como tal. Un
gobierno que busca controlar a cada individuo para obligarlo a aportar su
esfuerzo y mente al modelo que dicho gobierno prescribe como ideal, no es un
gobierno apegado a la libertad. Contra eso, y a sabiendas que la opción era un
salto al vacío, que ese voto sería el comienzo de un proceso de restauración
que no sería fácil, los ciudadanos votaron masivamente y con alegría por
Edmundo González Urrutia, quien simboliza y unifica el anhelo de libertad del pueblo
venezolano. Venezuela optó por democracia y libertad. La oportunidad de hacer
mejor vida.
La dicotomía democracia
/ autocracia existe desde hace siglos, y cuando el anhelo democrático ha prevalecido,
la humanidad ha prosperado, ha progresado. El afán de superación individual es una
sublimación del instinto natural de supervivencia, y se manifiesta en emociones
como la codicia y la ambición las cuales, de por sí, no son malas, como diría
Gordon Gekko en “Wall Street”. O mejor, como argumentaría durante aquel momento
del despertar liberal del S. XVIII Adam Smith: cuando existen las condiciones
para que cada individuo busque, persiga, trabaje por su mejora personal, toda la
sociedad mejora. Es decir, el capitalismo es un mecanismo eficiente que utiliza
la libertad para mejorar la sociedad como un todo. El capitalismo se contrapone al mercantilismo,
cuyas diferencias esenciales son que el primero se basa en la creación de la riqueza,
el otro en la acumulación de la riqueza. El comunismo es la manifestación
moderna de la mentalidad mercantilista, enfocado en la distribución de lo que para
su modelo es un recurso limitado, la riqueza, la cual extrae como renta, sea de
la naturaleza o de la sociedad, hasta agotarla.
Sociedades
que han experimentado con esa idea de la distribución de la riqueza como base
fundamental para generar bienestar social han fracasado en esa meta, y algunas
ahora experimentan con lo que se puede describir como mandato autoritario con
capitalismo; Rusia, China, Hungría, e incluso, con tanteos y asomos, en
Venezuela. En Cuba han habido innumerables “procesos de apertura” permitiendo
microempresas y otros experimentos.
Pero bajo
regímenes autoritarios, estos intentos proto-capitalistas están destinados al
fracaso, solo refuerzan al régimen. He definido recientemente al mandato
autoritario como aquel en donde los seres humanos sobreviven y prosperan dependiendo
de los caprichos oportunistas de un régimen cuyo centro ideológico es el
derecho legítimo de concentrar el máximo poder en su líder. Dicho con el
viejo refrán popular, tal vez revelando alguna simpatía de nuestras culturas por
el mandato autoritario: “el que a buen árbol se arrima, buena sombra lo
cobija”. Pregúntenle a Jack Ma, el fundador de Ali Baba, que tal funciona
eso.
Depender del
capricho oportunista, de la sombra reconfortante, de un líder autoritario, aun cuando
dicho líder haga aperturas hacia el capitalismo, es una propuesta peligrosa
para cualquier individuo. Más aun, es ineficiente para una sociedad e insostenible
a largo plazo.
Es esa
combinación de democracia con capitalismo la que genera riqueza, y tiene la capacidad
de renovación y regeneración que con mayor efectividad y eficiencia incrementa
el llamado bienestar social. La propuesta ganadora en las elecciones
presidenciales de Venezuela, la aceptada por más de tres cuartas partes de los
que pudieron votar, fue democracia con capitalismo, la combinación que ha
generado la mayor prosperidad de las naciones y el mundo desde su surgimiento
en el S. XVIII.
En
conversaciones y comunicaciones con ciertas personas del liderazgo opositor mucho
antes y después del 28 de julio, estábamos claros de que las elecciones
presidenciales, aun siendo clave, no eran sino un paso, una etapa más en la
restauración de la democracia en Venezuela, al igual que lo había sido el 22 de
octubre del año pasado, el día en que las primarias opositoras ratificaron la
dirigencia indiscutible de Maria Corina Machado como su líder. Desde hace más
de dos años ya habíamos planteado la necesidad de obtener la prueba en las
mesas electorales de la victoria de la oposición democrática en las elecciones
presidenciales. Esta estrategia, implementada tácticamente con los “comanditos”
recabando evidencias, ha demostrado fehacientemente, ante cualquier persona u
organismo independiente, que Edmundo González Urrutia es el presidente legítimamente
electo de Venezuela. Desde la noche del 28
tengo la costumbre de revisar periódicamente la página web del Consejo Nacional
Electoral, del CNE. Aquel día la página se cayó alrededor de las 8PM, si
recuerdo bien. El régimen culpó a la oposición de hacer un jaqueo que había
tumbado la página. Esa excusa, o revela una ineptidud abismal por el equipo
técnico del CNE, y sus aliados internacionales, o es una mentira más grande que
cualquier nariz imaginable de Pinocho puesto que hasta el día de hoy, casi
cuatro meses después, sigue caída esa página.
La estrategia
para llegar hasta el final se mantiene en pie. Todas las piezas están donde
deben estar y están encajando como deben encajar. El régimen ha reaccionado a
la revelada desnudez de su descarado fraude con el desespero y temor de una
bestia acorralada, lanzando gruñidos, zarpazos y dentelladas. Sus 200 presos
políticos de costumbre, por coincidencia el mismo número que mantenía el tirano
Rosas, los ha multiplicado por diez. Actualmente en las cárceles, mazmorras, y
sótanos ocultos de la tiranía hay alrededor de 2000 personas detenidas con
cargos espurios de incitación al odio, a la violencia y al terrorismo, cargos
levantados por alzar su voz defendiendo la soberanía popular manifestada el 28
de julio. A esos 2000 se le suman centenares, miles de personas atemorizadas,
refugiadas, exiladas por la persecución del régimen, por estar “en la lista”;
persecución y prisión que ha resultado en muertes, escalando la violencia
criminal del régimen. Recordando a Winston Churchill, ante la lucha contra la
sanguinaria tiranía solo puede prometerse sangre, trabajo, lágrimas y sudor
hasta lograr la victoria, la libertad. Estos héroes venezolanos son héroes de
la libertad.
Por favor, un momento de
silencio para los caídos.
La comunidad
internacional ha sido pieza clave en debilitar y deslegitimar al régimen. El desconocimiento,
incluso por supuestos aliados vecinos, del resultado "oficial" de las elecciones
se mantiene como columna principal de la fuerza opositora; los homenajes y
reconocimientos internacionales a la líder opositora fortalecen su posición
como tal; la diplomacia experta del presidente electo en países y organismos
internacionales acorralan cada vez más a las élites de la tiranía. No voy a decir en este foro que hay
negociaciones en curso con algunos miembros de esas élites tiranas. No lo voy a
decir. Las elecciones presidenciales en
los EE.UU. hace unas semanas aclaran vías en esas negociaciones que no están
ocurriendo con algunos miembros del régimen; esos que ven con anhelo alguna
playa distante y tranquila, con familiares y amigos cercanos a su lado, lejos
de hogueras, horcas y muchedumbres enardecidas. Aquellos dentro de las élites
del régimen que no ven esa negociación, que no está ocurriendo, es probable que pronto
se percaten de que rechazaron una oferta que no podían rechazar. Porque ya
están del lado equivocado de la historia.
Esquilo, hace unos dos mil quinientos años, nos decía: “es enfermedad que
llega con toda tiranía, la de no confiar en amigos”. Sabemos por qué.
La historia
nos ha demostrado que la combinación democracia / capitalismo es la combinación
que genera mayor prosperidad. La historia nos ha enseñado también que la
democracia es un torbellino de ideas permanente, un agitar creativo indetenible,
un ir y venir circular de propuestas, riñas entre lideres con opiniones contradictorias;
una apariencia de caos constante, con contiendas electorales donde los
vencedores se creen dueños de la razón, la verdad y el mundo, y los perdedores se
rasgan las vestiduras y se halan los cabellos -- hasta la próxima elección.
Ante el caos
y la incertidumbre permanente de la democracia la ilusión del mandato autoritario
que promete orden y certeza es tentadora. Todo aquel que dice o escribe que la
democracia está en peligro tiene razón, siempre. Pero la democracia vale la
pena; la historia nos ha enseñado que es ella en combinación con la libertad la
que genera paz y prosperidad en las naciones, y por eso vale la pena luchar por
ella. Todo esto nos hace recordar nuevamente a Churchill, quien calificaba a la
democracia como el peor de los sistemas de gobierno, salvo todos los demás.
Las élites
del régimen venezolano, esas élites conservadoras, mercantilistas, monopólicas,
tiránicas que pretenden aferrarse al poder y someter al país están del lado
equivocado de la historia. Su visión de su mejor mundo posible se derrumba y
algunos todavía le hacen caso cándidamente al bla bla bla del profesor Pangloss,
todos los profesores Pangloss en sus medios. Pronto despertarán en el nuevo mañana de
Venezuela, el nuevo mañana; porque la historia también nos ha lo enseñado: tiranías
eternas no son.
En las primeras
semanas de enero de 1958 mi tío fue detenido por la Seguridad Nacional,
la policía política del régimen de Marcos Pérez Jiménez.El primero de enero de ese año había ocurrido
un fallido intento de golpe por un grupo de militares con simpatías comunistas (era
la época de la Guerra Fría), encabezado por el Coronel Hugo Trejo.
En los sótanos del
palacio presidencial de Miraflores, mi tío me relató que hizo amistad con gran
cantidad de futuros dirigentes de la democracia venezolana, los cuales habían sido
recogidos como parte de la represión iniciada tras ese intento de golpe, y como respuesta
del régimen ante la creciente inestabilidad política. La oposición civil
clandestina organizó en esos días, mediante volantes impresos en mimeógrafos clandestinos
y pintas en la calle, una huelga general y otras movilizaciones que el régimen trató
inútilmente de reprimir. La caída ocurre cuando en la Escuela Militar los
cadetes se organizan en contra del régimen, el tirano ordena al ejército
disparar contra los cadetes, y los comandantes del ejército desobedecen la
orden.
El 23 de enero de
1958 amanece Venezuela sin dictador. Las puertas de las mazamorras se abren, y
mi tío ve el sol brillar nuevamente.[1] Lo
que la oposición civil y la disidencia militar no habían podido lograr por su
cuenta, derrocar al régimen, se logró cuando ambos se unieron con el fin de
derrocar una tiranía corrupta y autoritaria cuyos líderes ponían sus intereses
propios por encima de los intereses de la nación, iniciándose así la era del
experimento democrático de Venezuela que duró cuarenta años.
Debido a que a ese
régimen no le interesaba realmente la nación venezolana, la falta de una transición
ordenada resultó temporalmente en violencia callejera y anarquía, con la consecuente
sangre derramada, en su mayoría de adeptos al régimen que no pudieron embarcarse
clandestinamente a un exilio dorado.
El régimen que
actualmente azota las libertades y los derechos de los venezolanos ha
emprendido una ola de represión y encarcelamiento arbitrario que supone es una demostración
de fuerza, cuando lo que demuestra es su debilidad. Supone, que al igual que en
Cuba suponen sus líderes, lo que hace falta es unos cuantos perros ladrando
para conducir un gran rebaño de ovejas. Subestima el régimen la capacidad de
una nación que canta y entiende la letra de su himno nacional, cantando
vigorosamente estrofas como “abajo cadenas” y “el pobre en su choza, libertad
pidió” al igual que la temporalidad del “vil egoísmo”. Subestima el régimen a una
nación que prende una vela, enciende una luz, que no apagará hasta que la
libertad regrese para todos los prisioneros políticos.
La tragedia
venezolana bajo la satrapía actual toca de manera personal a cada uno de
nuestros ciudadanos, algunos más de cerca que a otros, y algunos más trágicamente
que a otros, aunque ninguna tragedia personal es pequeña. Recientemente una
persona con la que he interactuado frecuentemente durante los últimos cinco
años o más, y le tengo afecto hasta paternal, fue apresada de manera escalofriante e
injustificable por esbirros del régimen. Hasta hoy está desaparecida. Sus
logros en la lucha por la libertad han sido crecientes durante ese periodo en que
la he conocido, y es una joven que, para mí, representa el futuro posible de Venezuela,
con amor de patria (y del beisbol). No quiero minimizar de ninguna manera la
importancia de cualquier otro preso político, desde Rocío San Miguel hasta
Freddy Superlano, Dignora Hernández y Henry Alviarez, o los recogidos por demostrar
su patriotismo en cualquier marcha estas semanas. No quiero minimizar la
tragedia personal que representa estar asilados y asediados en la embajada de
Argentina, con incertidumbre diaria acerca de las intenciones del régimen; de
ninguna manera quiero que se olviden a los más de 20.000 caídos por violencia del
régimen, desde Bassil Da Costa, y tantos otros más derramando sangre en el asfalto
de protestas cívicas, incluyendo un primo de mi esposa, hasta los asesinados
por las PLO como venganza hamponil y consolidación del poder de pranes aliados
al régimen. Para mí, sin embargo, la detención de María
Oropeza es casi como que me hubiesen secuestrado a mi hija. Enciendo mi
vela de libertad por ella y, con ella, por todos los otros detenidos
arbitrariamente y sin debido proceso bajo leyes apegadas a derechos civiles y humanos
básicos bajo cualquier definición de sociedad civilizada.
[1]La ola de detenciones políticas y arbitrarias desatada fue
contraproducente para la estabilidad y resaltó la profunda ilegitimidad del régimen
ante sus mismos partidarios. Mi tío no era activista político ni tenía afiliación
partidista, era un comerciante que había sido arrestado al visitar como amigo de
la familia a la esposa de un detenido político y militante copeyano que acababa
de dar luz a un bebé. Esta anécdota la detallo en la primera sección de mi libro
La Venezuela imposible.
El miércoles 24 de julio del 2024, fui invitado a presentar el libro "EL PODER DE LA MATEMATICA, de Guillermo Salas Delfino en la sede del Interamerican Institute for Democracy, en Miami. Los otros panelistas de este conservatorio fueron el autor, Guillermo Salas Delfino, Ana Mercedes Díaz, Maibort Petit, Paciano Padrón y Ana Teresa Morrín. Este es el texto de mi presentación:
Estimado Guillermo Salas Delfino, autor del libro que nos reúne hoy aquí. Distinguidos
panelistas, apreciada Beatrice Rangel, moderadora de este evento, distinguido
Dr. Carlos Sánchez Berzaín, director ejecutivo del Interamerican Institute of Democracy, estimados asistentes, aquí en este momento, y en el ciberespacio en
cualquier momento. Muchas gracias por permitirme presentar este libro, este
estudio, este minucioso análisis de Guillermo Salas acerca de los métodos de fraude
electoral detectados en el Referendo Revocatorio de la presidencia de Hugo Chávez efectuado el 15 de
agosto del 2004, y que tiene especial repercusión hoy, a cuatro días de la elección presidencial en
Venezuela.
Así es, faltan cuatro días; y vamos a ganar. ¡Vamos a ganar! Ese es el hashtag, la
arroba, el lema que usa la oposición democrática al régimen de Maduro en las
redes sociales para transmitir un gran optimismo que se basa en la movilización masiva del electorado
evidenciada en las manifestaciones de calle en todos los rincones del país, y en las encuestas
publicadas y difundidas que presentan la opción de Edmundo González Urrutia como la
opción ganadora este domingo, con un promedio de ventajas de alrededor del
20%.Así es. Vamos a ganar; a
menos que…
Confieso que cuando me presentaron este libro mi piel escéptica se puso de
gallina.El problema con las teorías conspirativas es que
hay tantas que hacerle caso a una de ellas es francamente abrirle la puerta a
la madriguera del conejo y caer en un mundo de fantasías alocadas que, a
pesar de satisfacer sesgos e ideas fantásticas, crean una burbuja alrededor de
uno que, rodeados en un país de maravillas, no nos permiten ver la
realidad. Por eso, para mantener la razón, es mejor mantener
nuestro escepticismo en alerta roja de manerapermanente. Mis notas al margen de mi ejemplar del libro, a medida que lo
iba leyendo, así lo demuestran. Me preguntaba, ¿será este un libro más pretendiendo sostener
alguna teoría conspirativa alocada que, a fin de cuentas, favorece al régimen al crear desconfianza
en uno de los principales instrumentos de la democracia, el voto popular? ¿Qué el voto no cuenta, que
no vale la pena votar? ¿QuéMaduro no sale con elecciones?
Siempre he sido bueno en matemáticas. En el colegio mis notas siempre eran
estelares en esta materia y siempre era eximido de presentar el examen final. Mi
clase más anticipada cuando bachiller fue la de cálculo integral. Mi
carrera profesional como arquitecto combinó mis dos pasiones, la matemática y el arte. Eventualmente, al cursar mi maestría, me topé con Elías Osuna, un genio de la
estadística, y me mente matemática se enfrentó a la incertidumbre de las
probabilidades.
El pensamiento matemático racional y la observación diaria nos lleva a la
conclusión de que la suma de dos verdades a medias nunca resulta en una verdad entera.
Que, si entre los factores presentados en combinación uno de ellos es cero,
una falsedad, su producto debe ser cero. Probablemente.
Por eso comencé a leer este libro con gran recelo. Por eso termine
de leer este libro con gran satisfacción. Guillermo Salas
Delfino, utilizando el método científico, demuestra con un
alto grado de confiabilidad y con una incertidumbre que se aproxima a cero, que,
durante el revocatorio del 2004 para rechazar el mandato presidencial de Hugo Chávez, el sistema electrónico de recopilación y tabulación de votos operó de manera fraudulenta
a favor de la propuesta “NO”, la que mantendría a Chávez en la presidencia. Los
votos “NO” fueron abultados, y los votos “SÍ” fueron mermados,
arrojando un resultado con una diferencia porcentual de casi 20% a favor de
mantener a Chávez como presidente. Estos hechos son sistemáticamente demostrados
mediante el poder de la matemática en este libro.
El libro incluye intriga académica acerca de la publicación Statistical
Science, la cual publicó en el 2011 un ejemplar parcialmente dedicado
al análisis estadístico de esta elección con cinco artículos sobre el tema. Este
número especial incluye un artículo de Guillermo Salas y Gustavo Delfino, antecedente
de este libro que discutimos hoy. Otros tres artículos en aquella revista
llegan a la misma conclusión de fraude, mediante otras metodologías, mientras que uno de
ellos busca descartar estas demostraciones. Esta parte del libro de Salas, la
dedicada a la intriga académica, es interesante, e incluye razones por las
cuales el artículo que niega el fraude, y que describe las anomalías detectadas como no
significativas, tiene errores de fundamento. La discrepancia, rivalidad y hasta
sorna entre académicos, es usual en el medio y eso es de esperarse, especialmente en un
campo dedicada a cuantificar las probabilidades y a disminuir la incertidumbre en
asuntos políticos de gran trascendencia. Como dice el autor del artículo a favor de la hipótesis nula, la hipótesis de que no hubo
fraude, el costo de errores en el análisis de resultados electorales puede ser muy
alto para una sociedad, legitimando una elección fraudulenta o apoyando
reclamos injustificables, con las consecuencias negativas que cualquiera de
esas alternativas acarrea.
Uno de los artículos en aquel número de Satisrical
Science tuvo como autores a Ricardo Haussmann y Roberto Rigobón, a quienes también conocí al mismo tiempo que Elías Osuna en el IESA. El artículo de ellos se basa
en un análisis de la elección que ellos condujeron, por decirlo así en caliente, por
encargo de la Asociación Civil Súmate para recabar y
analizar la información durante el proceso. Súmate es la fuerza cívica que estuvo detrás de la organización del Firmazo, el
Refirmazo, y el Referéndum Revocatorio Presidencial. El fiirmazo fue
la recolección de firmas inicial entre los inscritos en el Registro Electoral
Permanente, el REP, solicitando la convocatoria del referéndum. El refirmazo se
realizó con el mismo propósito, puesto que la primera recolección fue desechada por el Consejo
Nacional Electoral, el CNE.
La metodología Hausmann y Rigobón es distinta a la utilizada
por Salas, pero eventualmente llega a la misma conclusión: la probabilidad de
fraude se acerca al 100%. Me gusta la breve definición que ellos utilizan
para definir “fraude electoral”; que el resultado oficial de la votación no refleja la intención del electorado. Utilizando
la misma base de datos de electores firmantes utilizada por Salas, pero usando
encuestas a Boca de Urna, la conclusión es la misma: hubo fraude. La intención del electorado fue
frustrada.
El libro de Salas detalla muy bien la base matemática y la
infraestructura administrativa y tecnológica mediante la cual
se frustró esa intención del electorado y se manipularon tanto las auditorías en caliente como
las realizadas tres días después. Coinciden Hausmann y
Rigobón con las conclusiones de Salas sobre las auditorías, y refutan los
argumentos del Centro Carter sobre las mismas de manera contundente.
La pregunta que queda en el aire es: ¿Qué hacer ante este
poderoso mecanismo detallado por Guillermo Salas en su libro, “El poder de la
matemática”?
El fraude y la manipulación electoral no ocurren con un solo elemento. El informe de Súmate acerca del proceso,
desarrollo y ejecucion del revocatorio, relata todas las instancias que utilizó el régimen para tratar de
impedir, confundir e intimidar al electorado para que votase a favor de
mantener a Chávez en el poder, antes de contar los votos. La manipulación electrónica detectada y
detallada en este libro es apenas una de las herramientas del régimen para influenciar
los resultados y frustrar la intención del electorado el día de las elecciones. Otras
son la manipulación del REP, y la mudanza arbitraria de mesas electorales.
Pensaría uno que, tras 20 años en uso, el régimen tiene práctica en esto de
manipular elecciones. Casi pensaría uno que ni vale la pena votar, porque ya el
guiso está sancochado. Casi pensaría uno que un libro cómo este descarta de
plano la solución democrática para salir del régimen autoritario que durante casi un cuarto de
siglo somete al pueblo veneolano, chupando su sangre y creando miseria. Que no
existe salida electoral. Que solo nos queda rasgarnos las vestiduras. Francamente,
sin embargo, no creo que esta deba ser la conclusión a sacar del libro.
Las elecciones presidenciales del 23 de abril del 2013, e incluso las de
diciembre del 2012, tuvieron irregularidades que son explicables aceptando la
hipótesis alternativa: la hipótesis de que hubo fraude. La participación electoral fue casi
del 75% en el 2013 y la diferencia ganadora, tras la manipulación, que por cierto se
detalla en este libro mediante un affidavit jurado de Leasmy Salazar, un
converso del régimen, fue de apenas 1,5%. Sudaron para sacar ese resultado. Es de hace
notar, que entre 1998 y el 2008 hay un salto anómalo en el crecimiento
del REP, el cual históricamente crece a un ritmo de alrededor de un
2.5%. En ese período, entre 1998 y el 2008, creció casi un nueve por ciento
interanual. Este periodo, por cierto, incluye el 2004, el año del referendo
revocatorio, y, por qué no decirlo, el año 2000, el año de la primera elección de Chávez bajo la nueva
constitución. Esa ola de crecimiento, explicable nuevamente por la hipótesis alternativa, se
comienza a absorber hacia las elecciones del 2012 y del 2013, dificultando el fraude
por duplicación de votos (también insinuado en el libro y en el informe Carter mediante
el uso del capta huellas). Vemos por eso que dos años después, en el 2015, con una participación electoral para las
elecciones parlamentarias también de alrededor del 75%, la derrota del régimen es masiva, casi
19% de diferencia, un margen a prueba de fraude. Las irregularidades en el
proceso y la oposición dividida disminuyen la participación electoral a 46% en las
elecciones del 2018, margen del cual el régimen obtiene dos
tercios de los votos. Es decir, Maduro fue electo en el 2018, oficialmente, con
un 30% del electorado, de electores inscritos en el REP, una representación, usando un término histórico del chavismo, escuálida.
Las elecciones recientes en Venezuela tienen tendencia irreversible en
contra del régimen, siempre y cuando el voto sea masivo, la participación alta. Esa
es la primera herramienta para derrotar al fraude: el voto. La segunda es la
organización en los centros de votación para establecer y demostrar la intención del electorado, para
lo cual el Comando Venezuela ha hecho una labor extraordinaria. En esto, la
lección de las elecciones robadas a Andrés Velázquez para la gobernación de Bolívar y el artículo de Haussmann y Rigobón establecen una ruta a
seguir para determinar esta intención, y el comando ha creado mecanismos para seguirla,
siempre y cuando la ciudadanía utilice masivamente aquella primera
herramienta: el voto.
La confianza en su capacidad de cometer fraude e ignorar el poder y voluntad ciudadana ha derrocado a regímenes autoritarios desde Polonia y Suráfrica hasta las Filipinas
y Chile, y en la misma Venezuela, un país que todavía mantiene su memoria democrática. Es muy probable
que, a pesar de los esfuerzos más viles del régimen, esto ocurra en
Venezuela este domingo si hay una participación masiva del electorado;
la intención del régimen será derrotada, la intención del electorado prevalecerá. “¡Vamos a Ganar!”
será un hecho cumplido este domingo. El lunes, comenzará un nuevo camino escabroso
y empinado, el que nos llevará hasta el 10 de enero del 2025, inicio de la restauración
del país a uno con democracia y libertad, en paz y prosperidad.