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domingo, 11 de mayo de 2025

LEJANÍAS

Hay veces que hemos oído expresiones sardónicas acerca de esos amores de lejos. Pero la distancia y el tiempo no hacen que ciertos amores sean de fantasía. Muchos recuerdan su primer amor verdadero y algunos tenemos la fortuna de todavía vivir con ellos. Los recuerdos de otros amores dejan huella, no se olvidan y forman parte de nuestro ser. Seres queridos que viven a distancia no por eso dejan de ser queridos. Para algunos que hemos perdido seres queridos, su recuerdo es imborrable.

Desnudo, piedra en molde (1966)

Hoy recuerdo a mi madre, Bárbara, nacida en los EE.UU., su amor por un venezolano la hizo amar este país, el país donde nacieron y crecieron sus hijos. Desde 1951, a los 20 años, emprendió su recorrido de amor por Venezuela. Esa década fue de vaivenes entre estudios y exilios de mi padre, hasta regresar a formar hogar permanente en 1960. Dedicada a las artes plásticas y a la música (desde clásica al folclore venezolano) nos inculcó esa amplia apreciación desde temprano, haciendo talleres sabatinos con niños de Chapellin y Sarria en nuestra casa, bajo su guía y la de otros artistas del momento. Su propio momento cumbre como artista fue una exposición de sus obras en el Museo de Bellas Artes. Poco después tuvo que dejar sus ambiciones para dedicase de lleno a nosotros tras el divorcio en 1969, un pequeño escandalo social en aquella época de flux, corbata y largos vestidos. Los 70 la vieron fuera de su medio en Nueva York y, finalmente a finales de la década se regresa a Venezuela, su verdadera patria, la que nos enseñó a querer.

Fiel a sus principios, al inicio de la era de Chávez se regresó a los EE.UU. Durante la época de Franco, mis padres habían hecho un pacto mutuo de no viajar a España, a pesar de querer hacerlo, mientras no cayera esa dictadura. Tras el divorcio y nuestras penurias económicas, ella nunca tuvo oportunidad de ir a esa tierra como hubiese querido.  Mi madre falleció en el 2011 y nos pidió que lleváramos sus cenizas a Venezuela, a su playa preferida, después de que cayese el régimen totalitario de Chávez; régimen que ha continuado con el tirano Maduro. Pero llevaremos esas cenizas pronto.  

Hay demasiadas historias, tal vez no suficientes, del amor de madre, madre cerca, madre lejos y madre más allá. El amor de madre se siente en cualquier lugar, pero siempre nos gustaría tenerla algo más cerca. Nuestras ocupaciones y faenas diarias a veces interfieren con esa cercanía, pero nunca con la que existe en el corazón. En Venezuela hay muchas madres lejos de sus hijos, por muchas razones. El régimen ha fracturado familias despiadadamente, desde el exilio, forzado o desesperado, hasta la prisión o la muerte. Emblemático es el caso de Maria Corina, con sus hijos afuera y ahora su madre también.  Lo que el régimen en su afán de control totalitario represivo nunca logrará es quebrar el amor a distancia de toda la familia venezolana, incluyendo el amor por nuestra querida madre patria. Venezuela pronto será reunificada por la incansable y heroica labor de la oposición democrática que tiene esa meta en la mira. El abrazo maternal nos espera pronto.

Feliz día a todas las madres.

Bárbara (1931-2011), Foto sin fecha, una playa en Venezuela 

miércoles, 6 de mayo de 2015

La Igualdad, la Libertad y la Felicidad

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El Acta de Independencia de Venezuela, entre sus justificativos para romper con el gobierno español, incluye uno de los primeros reclamos registrados oficialmente por escrito contra la demagogia y las promesas incumplidas, derivado directamente de un lema de la revolución francesa la cual, irónicamente, había conducido al gobierno con el cual rompía ahora la Capitanía General de Venezuela:

“…nos prometían la libertad, la igualdad y la fraternidad, en discursos pomposos y frases estudiadas, para encubrir el lazo de una representación amañada, inútil y degradante.”

Es así como los conceptos de igualdad y libertad se encuentran en el origen de la nación venezolana—y en las numerosas y sangrientas pugnas fratricidas subsiguientes que ha sufrido desde el 5 de julio de 1811.

Si en lugar de evidentemente complementarios analizamos estos derechos universales como complejamente antagónicos, podemos entender algo mejor el porqué de dichas pugnas y su efecto sobre la felicidad del país.


El Marxismo como Base de la Justicia Social


El debate sobre justicia social tiene entre sus fundamentos principales la premisa de la igualdad del hombre con sus semejantes. Dicha premisa obliga moralmente a la empatía cuando existe desigualdad y busca remediar la condición y aliviar el sufrimiento de los más desafortunados. El corolario de esta línea de pensamiento es...


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martes, 24 de marzo de 2015

El Robo Mayor (2)*

Un País para Querer

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Siendo joven, una de mis actividades favoritas era recorrer Venezuela. Cuando niño, con mis padres y mis tíos, rodé por esas carreteras, yendo a playas  tanto cercanas como lejanas – Macuto, Naiguatá, Cata, La Restinga… Por el alto llano de Barinas y las montañas de los Andes… y Guayana, sobre el Puente Angostura y hasta el Guri.

Ya algo mayor hacía excursiones frecuentes al Ávila, trasnochando en la Silla de Caracas con amigos de escuela y luego, como joven profesional soltero con compañeros de parranda, reinicié esos recorridos por el país, por Venezuela. Durmiendo en pensiones de mala muerte en San Fernando de Apure o amaneciendo en el carro con dolor de cabeza por el aire enrarecido del Páramo de Mucuchíes; parado sobre piedras del precipicio al final de la península de Araya o acampando en las arenas de Paraguaná con mi hermano, viendo a lo lejos el resplandor nocturno de Amuay. Pisé guano en El Guácharo. Visité reinas de belleza en Barquisimeto. Tomé menjurjes, cervezas y ron en Sorte, Guasdualito y San Francisco de Yare. Comí nieve en el Pico Espejo y caminé tempranas nieblas merideñas junto a mi joven y bella esposa venezolana. Experiencias inolvidables.

Las gentes de Venezuela éramos una sola gente. Andinos o margariteños, maracuchos o guayaneses, caraqueños o llaneros, todos queríamos lo mismo: una mejor Venezuela, un mejor futuro. El anhelo común de todo ser humano. 



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¡EMBUSTE!

La posverdad y las falsas narrativas son ya nuestro pan de cada día.  No es que estemos descubriendo el agua tibia, a fin de cuentas, la pro...