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domingo, 30 de noviembre de 2025

DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO : UNA CONVERSACIÓN CONTEMPORÁNEA EN SEIS PREGUNTAS

El 3 de mayo de 1976 salió a la calle la primera edición de Del buen salvaje al buen revolucionario: Mitos y realidades de América Latina en español, publicada en Caracas por Editorial Monte Ávila. Pocas semanas antes, el 19 de febrero, se había lanzado en París la edición en francés. Es decir, en el 2026 se cumplirán cincuenta años de la publicación de este libro, un parteaguas en la interpretación de las razones para el progreso y la prosperidad, y su carencia, en Latinoamérica.

Como parte de la conmemoración de esta fecha aniversaria, tuve el honor de ser invitado el 25 de noviembre de este año al programa de Tony Benítez “Defectos Secundarios”, por un amigo común y su productor, Luis Leonel León, para conversar acerca del libro de mi padre. En preparación para el programa me hice ciertas preguntas acerca del libro y acerca de Carlos Rangel relativos al tópico. abarcando mucho más de lo que los breves 30 minutos nos permitieron cubrir en ese programa. Comparto mis auto-preguntas y reflexiones por tener relevancia para aquellos interesados en el tema.


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1) ¿Por qué un libro escrito hace casi cincuenta años tiene relevancia todavía?

El libro sigue vigente por su lúcido diagnóstico de los mitos y distorsiones culturales que afectan hasta hoy al desarrollo y prosperidad de América Latina, y por su defensa universal de la libertad frente a los peligros permanentes del autoritarismo. El autoritarismo es casi el default, la condición normal de la sociedad humana. Su contraparte, la libertad, es deseable pero difícil de lograr y mantener. Deseable porque bajo libertad se genera mayor riqueza y prosperidad que bajo autoritarismo. No vemos en el mundo ningún régimen autoritario que genere y mantenga prosperidad. Para Latinoamérica, el libro intenta identificar, de diagnosticar, los males que evitan que sea próspera y exitosa en el ámbito mundial. Una gran cantidad de países en la región todavía distan de ser prósperos, y algunos luchan por mantener o incluso lograr una sociedad mediamente libre. Por eso, este diagnóstico se mantiene.

El pensamiento que arranca para conducirnos a través de este gran ensayo sobre Latinoamérica está en las primeras líneas del libro que dicen:

Los latinoamericanos no estamos satisfechos con lo que somos, pero a la vez no hemos podido ponernos de acuerdo sobre qué somos, ni sobre lo que queremos ser.

Para los latinoamericanos este libro nos enfrenta a esa pregunta existencial y permanente del qué somos y del qué queremos ser, pero las reflexiones contenidas son universales porque, como dice mi padre, los seres humanos somos homólogos, somos iguales en todas partes y en todas las razas. Las condiciones de país a país o de continente a continente pueden ser diferentes, pero el futuro es una angustia existencial para todos, y la lucha por un futuro con libertad y democracia, garantes de prosperidad futura, es permanente.

La lectura del libro es universal porque identifica claramente los peligros que acechan a la libertad y la democracia en cualquier parte del mundo. En mis investigaciones para actualizar la página Wikipedia sobre el libro encontré artículos en numerosos países, pero el que más me sorprendió fue uno en un diario de Corea del Sur, escrito en el 2010, argumentando acerca del peligro de nacionalismos contra la democracia, y citando este libro como fuente de referencia, treinta y cuatro años después de su primera edición.

Para la región, el libro identifica elementos específicos en la cultura e historia de Latinoamérica que autoinfligen distorsiones y crean mitos de grandeza, esencialmente complejos de superioridad, para compensar psicológica y existencialmente lo que Rangel describe como el fracaso, “hasta ahora”, de la región. Al enfrentar estos mitos que identifica como “verdades incómodas” busca diagnosticar los males que la aquejan; cómo estos males han hecho que caiga repetidamente en ciclos de autoritarismo populista, tanto de izquierdas como de derechas; y cómo estos comportamientos, esas falsas leyendas, mitos y verdades incómodas, persisten hasta el día de hoy. Por eso la lectura de este libro se mantiene vigente.

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2) ¿Cuál es la esencia del libro, su tema principal?

Su tema central gira alrededor del anhelo que tiene todo ser humano de libertad y prosperidad, anhelo obstaculizado por mitos milenaristas y narrativas favorecedoras de modelos represivos en lugar de la libertad. Ese anhelo natural de prosperidad impulsa la pregunta de lo que somos y queremos ser. Es un anhelo tan común, universal y perenne que es la raíz de esa pregunta de todo abuelo a su nieto ¿y qué quieres ser cuando seas grande?

Recuerdo claramente haber hablado con mi padre alrededor de 1976, o algo así, acerca del tema de la búsqueda de la felicidad en la Declaración de Independencia de los EEUU. Conversábamos acerca de un ensayo del embajador ante las Naciones Unidas, Daniel Patrick Moynihan, que él me había pedido que le tradujera.[1] Este era un tema que él siempre mantenía en mente, no como obsesión malsana, pero si en su mente.

Esta fijación le origina la pregunta: ¿Cómo crear las condiciones para garantizar ese derecho? La declaración de independencia de los EE. UU., un documento con raíces profundas en la revolución liberal del S. XVIII, establece que entre los derechos inalienables de todo ser humano se halla ese, el de la búsqueda de la felicidad. El derecho a lo búsqueda de la felicidad, no el derecho a la felicidad. La felicidad nadie la puede garantizar, pero el derecho a tratar de lograrla es un derecho que  tiene todo ser humano. El libro es contemporáneo con aquella conversación privada, y en sus páginas se refleja el intento de identificar condiciones que han obstaculizado ese derecho en América Latina. DBSBR revela como los mitos fundacionales de la cultura, comportamiento e historia latinoamericana más bien han conspirado contra ese derecho, creando condiciones que reprimen la libertad y la prosperidad de la región; identifica mentiras que obstaculizan y subvierten la búsqueda de la felicidad en America Latina.

De esta manera, el libro tiene dos vertientes significativas de análisis: (1) el conflicto universal entre libertad y represión, y (2) las particularidades que hacen que en Latinoamérica prevalezca lo segundo y no lo primero. Debido a que estas apreciaciones son estructurales y no coyunturales, la vigencia del libro se mantiene en el tiempo.

 Aparte de esto, los argumentos se enmarcan dentro de un mito clásico de la civilización occidental, tal vez de la esencia humana: el milenarismo. Este mito permanente, con raíces anteriores a la Biblia, es el de la promesa de un futuro feliz, y ¿quién no quiere eso? El mito supone que alguna vez fuimos felices, que ahora no lo somos y que no podemos hacer nada al respecto; pero en algún momento llegará, digámoslo así, la redención, algún salvador que nos sacará de nuestra miseria y volveremos a ser felices, tal vez después de una transformación o sacrificio doloroso. En esencia, regresaremos a la inocencia perdida, regresaremos a la felicidad.

El mito milenarista es ubicuo desde la Biblia, por supuesto, hasta la Cenicienta, como destaco en mi libro más reciente,[2] y claramente en el marxismo. Es un mito que se origina en nuestra propia experiencia de vida: la inocencia de la niñez, su pérdida al adquirir el uso de la razón y conciencia de la muerte inevitable, la ansiedad de la supervivencia diaria, y la esperanza del más allá. El mito es pan de cada día para populistas nacionalistas prometiendo retornar su país a algún pasado glorioso donde todo era una maravilla. En el caso de los marxistas, a una civilización sin dinero ni propiedad privada donde cada uno aporta según su capacidad y recibe según su necesidad: el Edén. Uno pensaría que a estas alturas ya sabrían algo más y mejor, pero el apóstol del Socialismo del S XXI, Hans Dieterich Stefan, lo reitera nuevamente en nuestros tiempos. Siempre debemos recelar de aquel que promete que nuestro futuro será como nuestro pasado, en vez de ofrecernos un nuevo futuro.

En el libro vemos cómo se manifiesta el mito del paraíso perdido y el redentor con la percepción europea originalmente matizada por el descubrimiento de una tierra exótica y lejana. Un probable paraíso terrenal donde los nativos hablan un lenguaje similar al griego, no hay enfermedades y no tienen noción de las armas. Pero esta tierra y esos nobles salvajes sufrirán una caída al someterse al yugo de la civilización (para el caso particular, la occidental). Existe, sin embargo, la esperanza de un redentor revolucionario que liberará a esta tierra del pesado yugo de esa civilización, que la conducirá fuera del valle de lágrimas permanente en el cual vivimos, un ejemplo, guía y faro a seguir a nivel mundial. Esta percepción de Latinoamérica se origina en círculos intelectuales, literarios y pseudo-revolucionarios de Europa, y es cómodamente aceptada por sus homólogos en Latinoamérica.

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3) ¿Cuáles fueron los principales argumentos en oposición a lo planteado por Rangel?

Los críticos rechazaban principalmente la premisa del “fracaso” latinoamericano. Ese argumento, el de la premisa falaz, tal vez sea el más razonado y válido en contra de las ideas postuladas en el libro y surgen de la famosa frase en el prólogo del ensayo, esa que dice:

En todo caso, desde Bolívar hasta Carlos Fuentes, todo latinoamericano profundo y sincero ha reconocido, al menos por momentos, el fracaso -hasta ahora- de la América Latina.

El contrargumento postula que definir a la America Latina como un fracaso es un supuesto negado. Entendamos, este libro se publicó en 1976. La ideología tercermundista difundida por el imperialismo soviético estaba en su apogeo. La revolución cubana era la astilla en el ojo del gigante capitalista. Las fallas del sistema comunista eran cada vez más aparentes, para quien quisiera verlas, pero en Latinoamérica se mantenía la devoción al comunismo estalinista, represivo autocrático disfrazado con piel de oveja. Para los izquierdistas latinoamericanos argumentar que la región era un fracaso hacia surgir la pregunta “¿un fracaso en relación con qué?”

Salvador Allende victorioso demostraba la posibilidad de sacudirse del yugo de la hegemonía capitalista bajo reglas democráticas. Su caída había sido una piedra en el camino hacia la utopía milenaria de Latinoamérica. Los generales de Argentina serían un paréntesis en el peronismo socialista. Había partidos socialistas con aparentes opciones de poder en múltiples países, o así se lo hacían creer a sus devotos y, contra viento y marea, Cuba se mantenía como el faro de la revolución permanente. El éxito del socialismo comunista estaba a la vista. No, Latinoamérica no iba rumbo al fracaso, todo lo contrario. Fracaso no era la verdad y Rangel elaboraba su análisis a partir de falsas premisas. La región tendría su propio y autóctono modelo de desarrollo y éxito, no una mala copia del mundano capitalismo occidental. La victoria electoral de Chávez, unos 25 años después de publicarse el libro, reivindicaría para algunos esta idea.

La historia nos ha demostrado lo contrario, sin embargo. El desarrollo, objetivamente, existe y es algo deseable. Cómo lograrlo es la pregunta crucial, y ciertamente el socialismo izquierdista, y el mercantilismo derechista, los polos históricos en la región que son variantes del mismo modelo económico y autoritario nacionalista, no han sido capaces de lograr ese desarrollo. En una entrevista que se hizo a sí mismo con la intención de promocionar una edición continental del libro, Rangel habla del desarrollo como un genio que no se puede meter de vuelta en la botella.

Hace trescientos años o menos no existía desarrollo tal y como lo percibimos hoy: educación, esperanza de vida, alimentación, vivienda, cultura, mucho menos individualidad, entre otras cosas que hoy suponemos normales. La máxima de Thomas Hobbes, describiendo a la vida como desagradable, brutal y corta en necesidad de un leviatán dominante, ese default totalitario, era la condición humana común. Pregunta Rangel entonces ante lo que hoy percibimos como desarrollo “¿Por qué rechazarlo?” Por supuesto el contraargumento retórico es “¿desarrollo con relación a qué?” Este es ahora un argumento en contra del genio salido de la botella, de polémica vacía, barata y descartable. La historia nos ha demostrado que esa dicotomía es falaz. Existe la verdad, existen los hechos, existe el desarrollo; y crear las condiciones para que exista la búsqueda de la felicidad impulsa el desarrollo. Vivir en libertad es el camino al desarrollo.

Luis Molina Pantín - Barra de Colores (Ocho ediciones de Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario de Carlos Rangel) 2013, Edición de 2. 

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4) ¿Cuál es la importancia e impacto de Carlos Rangel en el pensamiento liberal?

Uno de sus aportes principales fue la difusión y defensa de las ideas fundamentales del liberalismo en un momento durante la guerra fría donde esa posición era contracorriente. Lo popular era decir que las economías de la región no prosperaban porque las potencias capitalistas si lo hacían; es decir, la teoría de la dependencia, esa que dice que el origen de la pobreza es la explotación por elites y países; de que hay pobres porque existen ricos; ese era el lugar común. El libro de Eduardo Galeano, Las venas abiertas de America Latina era la biblia latinoamericana en este sentido. Una supuesta explicación económica del llamado subdesarrollo latinoamericano y su pobreza. El libro de Rangel socavó y demolió esta corriente victimista. Durante un acto de conmemoración de los 40 años del libro, en el 2016, Carlos Alberto Montaner dijo en su presentación que Carlos Rangel le había dicho directamente que Del buen salvaje al buen revolucionario había sido escrito en gran medida como respuesta al libro de Galeano.

La contradicción más evidente a este postulado victimista y el ejemplo más claro hasta el día de hoy es Cuba. Sostenida a duras penas por los intereses geopolíticos del imperialismo soviético, la economía cubana empobreció y se tornó miserable bajo el comunismo castrista. Eso a pesar de que las relaciones comerciales con la sociedad capitalista occidental, la base para esa supuesta depredación de recursos de la economía y en particular con el supuesto gran imperialista depredador, los EE.UU., cesaron al imponerse el boicot comercial. De ser verdad que esas relaciones comerciales le chupaban la sangre y los recursos a la isla, uno supondría dos cosas: primero que al removerse esos vínculos comerciales la isla naturalmente prosperaría por su cuenta y, segundo, que no estarían achacando su pobreza y miseria a esa ruptura comercial. No fue ni ha sido así y, por supuesto, lo mismo ha ocurrido en Venezuela.

He aquí el aporte principal, algo que hoy en día casi es una verdad recibida, algo que no se cuestiona mucho: Rangel postula que el desarrollo político antecede al desarrollo económico. La economía no es la que impulsa al desarrollo; un país puede ser “rico”, en el sentido mercantilista de contener grandes riquezas, pero si no tiene una cultura política desarrollada, nunca será desarrollado económicamente, no tendrá lo que él define como desarrollo: educación, salud, vivienda, buena alimentación, capacidad de avance social, capacidad creativa en todos los ámbitos de la sociedad: cultura, ciencia, etc. La antítesis de la condición descrita por Hobbes.

Un país con miseria y pobreza, y con poco desarrollo político, es presa fácil de justificaciones basadas en la teoría de la dependencia, de explicaciones victimistas; De decir, “nosotros somos pobres porque ellos son ricos”; y esos “ellos” pueden ser los países desarrollados o las clases sociales dirigentes del país: “gusanos”, “escuálidos”, “firifiris”. “colonialistas internos”, u otro remoquete conveniente. Es la mentira de la ideología leninista/tercermundista difundida y utilizada para generar sus mal llamadas “revoluciones pemanentes” y hacer crecer el imperio soviético durante la guerra fría, con consecuencias hasta el día de hoy.

Galeano mismo en el 2014 reconoció que su libro, esa biblia de la dependencia que incluso Chávez le regaló a Obama como manual para comprender a Latinoamérica… Galeano mismo reconoce en el año 2014 en una feria del libro en Brasil que su libro es una sarta de sandeces escrito por alguien que no sabía mucho de economía.

Entonces, si no es el juego suma-cero de la distribución de la riqueza lo que explica el subdesarrollo económico, ¿qué es lo que lo explica? Esa es la pregunta que hace Rangel y para buscar contestarla se hace otra pregunta: ¿Cómo es posible que dos regiones partiendo de un mismo origen, de la misma tabula rasa, una de ellas agraciada con recursos, la otra agobiada por un clima inhóspito; una de ellas con grandes ciudades y universidades mientras que la otra tenía pequeños poblados se desarrollasen de manera tan distinta? ¿Cómo es posible que una de estas dos regiones se convirtiese en una de las más prósperas y ricas del mundo mientras que la otra no en el mismo lapso histórico? ¿Por qué una sociedad busca la justica social en la distribución de la riqueza, mientras que la otra genera prosperidad mediante la creación de la riqueza?

Su conclusión es que existen verdades incomodas ocultas por mitos compensatorios, por fabulas y mentiras convenientes para los que mantienen a la región como su botín político. Llega a la conclusión de que las razones para el atraso son culturales. Una conclusión naturalmente rechazada como explicación del atraso económico por los apóstoles regionales y mundiales de la teoría de la víctima, la teoría de la dependencia.

Combatir esa genética cultural es difícil, pero Rangel trató de hacerlo porque amaba a su país y quería verlo prosperar. Buscó difundir la idea de que la propiedad privada, el estado limitado, el estado de derecho, y el respeto al individuo como motor de la sociedad, los fundamentos del liberalismo –y fundamentalmente contrarios al marxismo— son condiciones conducentes a la prosperidad.

En sus programas de televisión invitaba a figuras representativas de estas ideas, como Mario Vargas Llosa, Felipe González, Jorge Luis Borges y muchos otros, algunos de los cuales pueden verse en videos de los programas en el canal YouTube de Sofia Imber. También invitaba a opositores ideológicas del momento, como Teodoro Petkoff, José Vicente Rangel, o el líder del PCV Hector Mujica, y otros para presentar y debatir estas ideas. De esta manera creó ejemplo de debate democrático en una región frecuentemente golpeada por fuerzas antidemocráticas.

Tenía un optimismo equilibrado y racional, como lo demuestran por ejemplo su discurso ante la primera promoción en 1984 del Programa Avanzado de Gerencia del Instituto de Estudios Superiores de Administración, en Caracas,[3] o su discurso en la inauguración del laboratorio académico de investigación liberal, CEDICE en 1984. Pero la fustigante acusación a la clase empresarial en su discurso ante la Asociación Venezolana de Ejecutivos en 1983 de complicidad con el macro-estado empresarial, sus advertencias sobre los peligros del estatismo desmesurado y falsas revoluciones en una entrevista televisiva con Marcel Granier también en 1983, y el epilogo al libro DBSBR en 1986 demuestran su cautela, si no advertencia, ante los peligros contra la democracia y la posibilidad de un grave retroceso, tanto en el país en particular, como la región y el mundo en general.

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5) ¿Está disponible el libro en la actualidad?

Si, actualmente se puede descargar este libro, y sus otros dos libros, a través de la “Biblioteca Carlos Rangel” de CEDICE Libertad, el laboratorio de investigación académica en Caracas del cual él fue miembro fundador honorario. En edición impresa el libro está disponible por la Fundación para el Progreso, en Chile, y por la del Instituto Bruno Leoni de Milán, en idioma italiano. Hay conversaciones para una traducción al inglés que saldría en el 2026. Quisiéramos lograr ésta con motivo del 50 aniversario del libro.


El libro se publicó en 1976. En 1986, salió su segunda edición en inglés con algunas revisiones y su “Post Scriptum” o epílogo. 1996 no fue marcado con mayores eventos, En el 2006, salió la edición con el epílogo por Carlos Alberto Montaner, “Un libro que también es una bandera”. En el 2016 entre CEDICE, el Interamerican Institute for Democracy, y FIU organizamos un evento en Miami, que incluyó el estreno de un documental por Cinesa/Bolivar Films acerca de la vida de mi padre. El año que viene CEDICE está organizando una serie de eventos, incluyendo otra conferencia, seminarios didácticos, concursos de ensayos y otras actividades por determinarse. Cualquier persona, medio o centro de investigación que quiera incorporarse a esta conmemoración están invitados de antemano. Para esta ocasión también se han estado actualizando los datos en Wikipedia acerca de la biografía y libros de Carlos Rangel.

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6) ¿Cuál se puede decir es la continuidad temática de Rangel en su obra y vida?

Su hilo conductor fue sentirse con el deber moral de decir la verdad y defender la libertad, denunciando falsedades que deforman la realidad y amenazan la democracia.

Mi padre se veía a sí mismo, antes que nada, como un periodista. Fue miembro de la Asociación Venezolana de Periodistas, antecesora del Colegio Nacional de Periodistas, enseñó en la Escuela de Periodismo de la Universidad Central de Venezuela y mantuvo su cargo de profesor titular durante décadas. Sus primeros esfuerzos profesionales significativos surgieron en ese ámbito: fue moderador del programa televisivo Frente a la Prensa y director de la revista Momento. Desde muy joven ejerció una vocación que entendía como una responsabilidad derivada del privilegio de haber tenido la oportunidad de una buena educación y familia con recursos: la responsabilidad de respetar y difundir la verdad. ¿Qué es a fin de cuentas el periodismo si no?

A medida que crecía su reconocimiento e influencia, más se sentía con el deber de decir verdades incomodas, Ese discurso ante la Asociación Venezolana de Ejecutivos en 1983 es un gran ejemplo de eso. Allí encara a dirigentes de la clase empresarial reclamándoles su culpabilidad en la crisis económica del país por utilizar al estado como una alcancía, como un botín. De ser complacientes e incentivar a un estado creciente, otorgador y protector de prebendas, dadivas y privilegios. De ser complacientes y cómplices de una economía en donde la mejor arma competitiva es ser gran amigo del estado.

Carlos Rangel (cortesía Guillermo Aveledo C.)

Esa defensa de la verdad —dura, incómoda, directa— se convirtió en uno de sus temas vitales, reconocido por Jean-François Revel en el prólogo de Marx y los socialismos reales y otros ensayos, e interpretado críticamente por Manuel Caballero, quien lo acusó de dogmático por asumir que la verdad no debía tener contexto. Para Rangel, sin embargo, esa responsabilidad social de quienes tienen preparación e influencia era precisamente no someter la verdad a conveniencias políticas, ideológicas o sentimentales. No insertar la verdad en un “contexto” conveniente para perpetuar alguna falsedad. No mentirle a Billancourt.

Ese eje central —la obligación de decir la verdad— conduce inevitablemente a otro: la necesidad de una prensa libre, una opinión pública plural y la libertad de pensamiento y expresión. Para él, estas condiciones solo existen en una democracia auténtica. Por eso su defensa de la libertad no era meramente filosófica, sino consecuencia natural de su ética periodística: sin libertad, él no podía cumplir con su deber profesional y obligación moral; quienes reprimen la libertad impiden que él, como periodista, analista o intelectual influyente, cumpla su encargo social.

A lo largo de sus programas de televisión, comentarios editoriales, columnas y ensayos, reiteró esta idea: la libertad y la verdad dependen del coraje cívico de los intelectuales y de su disposición a enfrentar dogmas. Su tercer y último libro profundiza precisamente en este tema, analizando la valentía, cobardía o hipocresía de figuras intelectuales y víctimas inocentes ante regímenes o ideologías que exigen lealtad por encima de la honestidad. Ilustra estas tensiones con ejemplos y contrastes que van desde la intelectualidad cubana, como Heberto Padilla o Guillermo Cabrera Infante, a autores como Albert Camus, Mario Vargas Llosa, Thomas Mann y Jean-Paul Sartre.

La continuidad entre la obra y la vida de Carlos Rangel fue su autoimpuesto deber de defender la libertad y la democracia para cumplir con su responsabilidad de decir la verdad. Desenmascarar falsedades, desmontar mitos, denunciar mentiras convenientes y proteger el espacio donde puede existir el debate racional no fue para él simple postura, era obligación moral profundamente asumida. Ese fue su centro.

Carlos J. Rangel

Carlos J. Rangel es hijo de Carlos Rangel, autor de los libros Del buen salvaje al buen revolucionario, El tercermundismo, y Marx y los socialismos reales y otros ensayos. Rangel, hijo, ha realizado una extensa labor académica y editorial sobre el legado intelectual de su padre. Ha organizado conferencias sobre Carlos Rangel en universidades junto con prestigiosos laboratorios de investigación académica, ha presentado ponencias sobre Rangel en centros de investigación en Italia y Argentina, ha contribuido a un documental sobre su vida llamado Carlos Rangel: Ésta es su vida, esta su libertad, escribió una introducción biográfica a la nueva edición brasileña del libro DBSBR en 2019, la cual ha sido incluida en ediciones posteriores, y ha publicado artículos sobre el legado de Rangel en los principales periódicos nacionales venezolanos, aparte de en su propio blog, carlosjrangel.com.

Recientemente, y con motivo de acercarse el 50 aniversario del libro fundamental de la obra de Rangel, ha estado actualizando las páginas Wikipedia dedicadas a la vida y obra de su padre. Esto lo hecho en conjunto con CEDICE Libertad, el centro de investigación liberal en Caracas, y académicos de la Universidad Metropolitana de Caracas.

El libro más reciente de Carlos J. Rangel es Mitos de nuestra humanidad: relatos de siempre para hoy (2024), que explora el conflicto permanente entre las ansias de libertad y la persistencia del autoritarismo reflejado en mitos, relatos y leyendas. Sus libros anteriores son La Venezuela imposible (2017), un análisis exhaustivo del retroceso democrático en Venezuela, y Campaign Journal 2008 (2009), sobre tendencias políticas y campañas electorales en los EE.UU. en el marco de la exitosa campaña insurgente de Barack Obama en el 2008.



[1] Daniel P. Moynihan, «Social Policy: From the Utilitarian Ethic to the Therapeutic Ethic», en The Americans: 1976, ed. Irving Kristol y Paul H. Weaver (Lexington Books, 1976), 25–50.

 

[2] Mitos de nuestra humanidad: Relatos de siempre para hoy. Carlos J. Rangel (2024). Relatos de Tierra Firme, Santa Clara, CA

[3] Disponible en el libro de Carlos Rangel Marx y los socialismos reales y otros ensayos, bajo el titulo “El Nuevo país”.


Carlos J. Rangel
threads: cjrangel712

Libros de Carlos J. Rangel:

Libertad y autoritarismo en mitos, relatos y leyendas populares (2024) 
Análisis exhaustivo del retroceso democrático en Venezuela (2017).

Tendencias políticas y campañas electorales en los EE.UU. (2009)

sábado, 28 de diciembre de 2024

NECESIDAD DEL POPULISMO EN DEMOCRACIA Y OTROS TEMAS

Este ensayo/entrevista busca responder inquietudes surgidas en la video-entrevista de Napoleón Bravo a Carlos J. Rangel sobre su nuevo libro, MITOS DE NUESTRA HUMANIDAD: RELATOS DE SIEMPRE PARA HOY conducida el 7 de diciembre, 2024. Estas preguntas le fueron planteadas a CJR en un chat de WhatsApp, y son suficientemente interesantes como para compartirlas en este blog.

La entrevista en BRAVO24

Estimado Ofer:

Agradezco que te hayas tomado el tiempo para ver la entrevista y enunciar preguntas que surgieron de la misma. No se ve en la entrevista publicada en YouTube, pero Napoleón tuvo que editar parcialmente el video puesto que se nos acabó el tiempo. Me dijo que esa era la primera vez que le había ocurrido eso, que perdió la noción del tiempo por lo amplio y fascinante de los temas discutidos. Igualmente, tuve una gran satisfacción participando en esa entrevista. Mi nuevo libro tiene como objetivo generar este tipo de discusión amplia acerca de la democracia liberal y ciertamente esta entrevista cumple con ese objetivo.

Lamento no haberte dado respuesta más rápidamente, pero tus preguntas tocan temas profundos que preferí ponderar con tiempo antes que dar respuestas superficiales. Trato de responder tus inquietudes elaborando algo sobre temas que he desarrollado anteriormente, con la esperanza que de alguna manera sean satisfactorias. Para hacer la lectura más estructurada la divido por tema que genera la inquietud. He aquí mis respuestas:

En primer lugar, en el minuto 17:03 habla de liderazgo populista y "la respuesta simple" es NO cuando se le pregunta sobre ser capaz de alcanzar una posición de liderazgo nacional sin ser populista.


La respuesta simple es “no” porque meritocracia y tecnocracia de por sí no movilizan votos. Personas con gran preparación y sentido de lo que moviliza a los segmentos de población necesarios para obtener una mayoría del voto popular son rara avis, si es que existen. El voto popular que logra las mayorías necesarias para triunfar generalmente no es un voto bien ponderado y se moviliza por la emoción más que la razón. Es un voto que, en la percepción del votante, rechaza al status quo que le niega oportunidades y bienestar. La fracción que emite votos deliberadamente ponderados por el candidato de su ideología preferida generalmente es entre 10% al 30%. En una elección entre dos partidos principales o por balotaje, eso significa que entre el 40 al 80% de los ciudadanos con derecho al voto no utilizarán criterios ponderados para emitir su voto. De esa gran masa de votantes (más cuando se aproxima a 80 que cuando se aproxima a 40) muchos son apáticos ante las alternativas presentadas en la elección y se abstienen de votar. Para energizar el voto de la masa electoral la herramienta más efectiva es el populismo y por eso toda opción ganadora tiene un componente de este. Las promesas de cambio del status quo hechas con cariz populista generalmente son efectivas, pero las promesas exageradas y evidentemente irrealizables también generan movilización electoral, aun cuando el votante sepa que son irrealizables. Este populismo extremo apela a la emoción de la identificación, es decir, le hace sentir al votante que el candidato entiende sus problemas y que si no los puede solucionar no es por ignorarlos, ni siquiera por decepcionarlos, sino por fuerzas ajenas (y esto es común en el discurso populista) que le adversan, por algún enemigo identificable, típicamente imaginario y expiatorio.  

Todo político en contienda electoral tiene que incluir entre su arsenal de campaña una dosis del populismo movilizador del voto para sumar la mayoría ganadora a su favor. Cuando el candidato basa su campaña en una promesa de futuro utópico o regreso al pasado glorioso que los enemigos de la nación han truncado, es decir la campaña de la promesa milenaria y el redentor que la hará cumplir, dicho candidato se acerca al populismo extremo; un populismo que fácilmente puede caer en mando autoritario al convertir a los opositores a su candidatura en enemigos de su mandato (y de la nación) en vez de adversarios a sus políticas.

Usted ilustra el esquema de la pirámide y el lugar óptimo para una democracia es estar en el centro de la pirámide. Jóvenes, más idealistas, al que Usted le da el apodo de izquierdistas buscan oportunidades en la base de la pirámide, mientras que los dueños de la propiedad privada son menos idealistas, más conservadores, al que Usted le da el apodo de derechistas en la cima, que buscan proteger sus pertenencias.

En una entrevista como la realizada es difícil explicar la complejidad de la economía social en términos sencillos. El número de variables excede tres, lo que Daniel Patrick Moynihan definía como un problema super complejo (tres variables es un modelo complejo, según DPM). Si mal no recuerdo, Napoleón me preguntó acerca de la validez de los términos derecha e izquierda, a lo cual respondí que francamente hoy en día se usan más como epítetos que como definición de ideología. Esta pregunta surge de una parte del libro en donde argumento que los derechos de oportunidad son los que caen bajo el manto del llamado izquierdismo y los derechos de propiedad bajo el llamado derechismo. Debido a que la naturaleza de la humanidad es definida por sus etapas de infancia, juventud, madurez y vejez, es observable la correlación entre jóvenes buscando oportunidades y mayores protegiendo sus activos acumulados, sean tradiciones, morales o monetarios. La interpretación que usted aparentemente sugiere es que yo dije que los viejos son derechistas y los jóvenes izquierdistas. Eso se parece a lo que quise decir, pero no lo es exactamente. Aquellos que ofrecen proteger y ampliar las oportunidades para el desarrollo individual son acogidos por los que desean tener nuevas oportunidades o piensan que se las han quitado, sean jóvenes o no. Generalmente la demografía en busca de oportunidades es mayoritariamente joven, y en Latinoamérica la pirámide etaria tiene una amplia base, por lo tanto ese mensaje de oportunidad, el clásicamente izquierdista, reverbera en este continente. Pero el triangulo de Hayek al cual yo me refería es otra dimensión de variables. Él coloca en cada vórtice conservadores, progresistas y liberales (identificándose a sí mismo como liberal). Su tesis era que los conservadores y los progresistas quieren mejorar la sociedad obligándola a adoptar sus dogmas, sean conservadores o progresistas, mientras que los liberales consideran que forzar dogmas de comportamiento social o económico obstaculiza el desarrollo del bienestar individual y. por ende, el colectivo (esencialmente el mismo paradigma de la mano invisible de Adam Smith). Los extremos del dogma progresista y el conservador se ilustran con las autocracias sostenidas en la Unión Soviética y con la Inquisición Medieval. La crítica que se le hace a este modelo de Hayek es que en el extremo liberal se desarrolla el anarquismo el cual, creando un vacío de poder, es vulnerable a otras autocracias dogmáticas. Era este triangulo al cual me refería en la entrevista, no la pirámide etaria. Este es el triángulo en cuyo centro se encuentra la democracia, siempre en pugna hacia cualquiera de los extremos, y generando el caos creativo y renovación que produce el mayor bienestar social.

¿Qué piensa de ese esquema piramidal del que habla en el contexto de una república, no de una democracia, y de un líder populista de derecha que ha alcanzado la cima del poder en ese escenario? ¿Cómo terminaría esa película?

Hoy día se habla mucho acerca de la diferencia entre república y democracia suponiendo, o insinuando, un valor superior en la manera de gobernar de una sobre la otra. Si buscamos la diferencia esencial, nos encontramos con ideales cuasi platónicos que definen una como un sistema institucional en donde los poderes del estado se ejercen con representantes del poder soberano (los ciudadanos) escogidos mediante el voto, con pesos y contrapeso que defienden las instituciones, y con el gobierno basado sobre leyes establecidas y precedente institucional. La democracia pura, es decir directa (como ha sugerido Elon Musk instituir en sus colonias en Marte) no tiene esa institucionalidad, precedente y legado, y fácilmente puede caer en la llamada “tiranía de las mayorías” con plebiscitos a diestra y siniestra – mob rule. Estipulando entonces que una republica es mejor manera de gobernar (y difícil de mantener) que una democracia pura (imposible de mantener), pasemos a la cuestión del líder populista.

El líder populista, sea que diga que protege los derechos de propiedad o los derechos de oportunidad, combinado con tendencias conservadoras o progresistas (los liberales rara vez son populistas, llegan al poder por el hartazgo del soberano con los otros vértices del triángulo de Hayek – caso Milei o MCM), tiene dos opciones una vez que llega al poder: romper la institucionalidad republicana para mantenerse en el poder, o someterse al juicio de los votantes de una república con fuertes instituciones. Por eso, y porque -como argumentaba anteriormente- todo candidato para llegar al poder debe tener algo de populista, la democracia institucional con alternabilidad y rotación de ideologías (el caos creativo que genera bienestar social), siempre está en peligro. Recae sobre el soberano, los ciudadanos de la nación, elegir a representantes que defiendan a las instituciones (siempre perfectibles) en vez de aquellos que trasparentemente buscarán mantenerse en el poder eternamente. Cabe mencionar en este momento la referencia hecha durante la entrevista al “Poder Moral” al que aludía Simón Bolívar, una serie de escribas independientes que registran la actuación moral, o no, de los representantes en los otros poderes de una nación. Es decir, la prensa libre e independiente.

Finalmente, pensar que la película termina es no darse cuenta de que el proceso de gobierno y el avance social y económico es un proceso interminable, inacabable, sin fin y perfectible cuyo modus operandi es el probar, errar, corregir. La naturaleza humana prefiere el orden predecible (terminar la película) a la incertidumbre caótica (el interminable valle de lágrimas), pero es en ese caos, en esa destrucción creativa de la cual hablaba Schumpeter refiriéndose al capitalismo, allí es que existe la innovación y el avance en todos los aspectos sociales y económicos de una sociedad. Estancarse es morir. La película no acaba.

En segundo lugar, en el minuto 26:43 usted habla de que China ha hecho cambios y difiere sustancialmente de otras naciones comunistas en su manejo de la economía, aunque concluye que no va bien.

Si uno considera el buen gobierno, la planificación económica central o las fuertes inversiones en educación e infraestructura como medio para alcanzar un fin, entonces el modelo chino es uno de los más eficaces de la historia de la humanidad. A pesar de su liderazgo tiránico, el modelo chino tuvo como resultado la extracción de la mayor parte de su población de la pobreza extrema - al menos la mitad de su población, es decir, 800 millones de personas - a una fuerte clase media y una clase rica sustancial en un período de tiempo muy, muy corto: ¿sería el modelo chino uno de los mejores modelos del mundo? ¿Sería un buen modelo de gobierno o una buena política económica? ¿Es sostenible?

Menos tiránicas pero similarmente efectivas son las historias de Taiwán, Corea del Sur, Singapur y otros Tigres Asiáticos, aunque todos ellos tuvieron, en su momento, un liderazgo autocrático que los llevó a donde están ahora.

El “modelo chino” es atractivo y hace algún tiempo yo también lo encontraba seductor. Los resultados evidentes de mejora en el bienestar social efectivamente lo hacen digno de estudio profundo y sinceramente no he hecho ese estudio, pero si estoy familiarizado con la idea. El presidente chino, Xi Jinping, está convencido de que la hegemonía de los modelos sociales y económicos de occidente durante los últimos 200 años son un paréntesis histórico en la supremacía china sobre el mundo, y está haciendo su parte para restaurar esa supremacía. No es único en esa visión, puesto que ya hace unos cuarenta años un alto dirigente chino, Chou En-Lai respondió al preguntársele que opinaba acerca de la revolución francesa y respondió que era demasiado pronto para llegar a conclusiones. Esa perspectiva histórica de los lideres chinos se manifiesta hoy día en el expansionismo económico que ha mantenido durante los últimos diez años (abiertamente), y con la bienvenida de muchos receptores de ese expansionismo por suponer que “el modelo chino” puede ayudar al bienestar propio de su país.

No debemos dejar de recordar que China sufrió bajo el régimen del PCC de Mao una de las peores hambrunas del mundo en los años 60 del siglo pasado. Esto, en combinación con la purga de la revolución cultural y la caída del muro de Berlín creó las condiciones para el cambio del modelo de uno autocrático-comunista a uno autocrático-capitalista, esencialmente promovido por Deng Xiao Ping, el primer presidente chino que visitara a los EE.UU. Las instituciones creadas por el PCC se mantuvieron y mantienen, pero ante la desintegración de la Unión Soviética, y el temor a la recaída en la disfuncionalidad económica que causó la hambruna, la apertura a occidente fue inevitable.  La incorporación de China a la economía mundial comienza con su designación como MFN condicional en los años 80, y así comienza el despegue económico.  Es su aceptación del modelo occidental de desarrollo lo que le permite modernizarse.

Ese modelo aceptado tiene sus condicionantes. El occidente celebra la casi infinita mano de obra barata que ofrece China y se dedica a invertir construyendo fábricas de todo tipo. Occidente también ve con ojos ambiciosos el potencial de un enorme mercado consumidor, fácil presa de las baratijas brillantes que ofrece– o así pensaban muchos.  Pero el liderazgo chino ve la apertura de otra manera, utilizando espionaje industrial y simple copia, comienza a producir sus propis clones de los productos occidentales e impone barreras formidables a la penetración del mercado chino por las empresas occidentales. Al mismo tiempo conduce un gran programa de capacitación técnica y administrativa, becando a decenas si no cientos de miles de jóvenes leales a estudiar en las mejores universidades de occidente. Todos estos factores que permiten el despegue económico chino son irrepetibles en cualquier otro país que pretenda emularlo, comenzando por el tamaño del mercado interno, salvo India, que no parece tener planes hegemónicos mundiales, y también ha logrado un cierto despegue económico bajo una forma de democracia perfectible. El engaño de la ilusión del modelo chino que vende ese país, es tentador para países pobres y con liderazgo autocrático, puesto que ven su posibilidad de mantener el poder, pero despegar económicamente. Eso es una ilusión; el caso de China es único, su despegue se inicia al aceptar las ideas de desarrollo y economía occidentales, y su autoengaño acerca del bienestar producido por la economía dirigida y la sociedad estratificada comienza a derrumbarse. Las ciudades fantasmas, despobladas y en desuso son apenas un signo evidente y superficial de la enorme corrupción e ineficiencias generadas por “el modelo chino”. Los vaivenes de su mercado de valores manipulado han destruido fortunas. La supercomputadora del mercado libre es imposible de controlar de manera eficiente y la mano invisible castigará esas ineficiencias. A largo plazo (y recordemos lo que el corto plazo es para los chinos) su modelo económico no es sostenible. La planificación central, el monopolio estatal, y el adoctrinamiento de la población a favor de un modelo de castas determinadas por la lealtad al partido (La India tiene un problema similar) no es sostenible.

¿Qué piensa sobre la aplicación de esas políticas inicialmente autocráticas – en conjunto – a los países latinoamericanos y específicamente a la Venezuela post-chavismo? ¿Sería posible, seria cultural, ética de trabajo, caudillismo, religión?

Nuevamente, reitero, el modelo chino es malentendido, y esa mala interpretación es generada por la misma China mediante propaganda que hace pensar que es un modelo alterno al modelo de libre mercado y democracia.  Muchas naciones, con la excepción casi explicable (pero no es el momento) de los EE.UU., tienen su origen como nación-estado con un régimen autocrático estableciendo el monopolio de la violencia dentro de sus territorios. En el caso venezolano, Juan Vicente Gómez es el que unifica a Venezuela como estado-nación. Esa es una etapa superada, pero es posible que en un escenario post-chavista sea necesario nuevamente unificar el país mediate ciertas tácticas generalmente indeseables, violentas y cuasi autocráticas. Existen otros escenarios de reconciliación que no nos regresan a los tiempos de la Lucha Armada, mucho menos a los inicios el S. XX y Gómez. Recuperar el monopolio de la violencia puede lograrse bajo un régimen democrático, sin necesidad de tácticas autocráticas exageradas. Podemos ver el ejemplo de Polonia o África del Sur y. posiblemente, veremos algo que aprender en la Siria post-Assad. Ciertamente espero que haya lecciones aprendidas del fracaso de la no-reconciliación en el caso del Irak post-Saddam.

No me gusta especialmente citar o recordar a Bolívar, por su asociación a la excesiva e hipócrita referencia que tantos hacen de él, pero él lo tenía claro: la creación de republicas aéreas que no contemplen la realidad cultural, la ética de trabajo, la fascinación con el caudillismo, y la relación con la religión de los habitantes de nuestro país, está condenada al fracaso. No hay modelo chino, o estadounidense o europeo que valga. El modelo que debemos seguir es el modelo venezolano, y este todavía está por cuajar. Es un modelo con sus raíces en los cuarenta años de democracia perfectible que vivimos, los años que nos demostraron el verdadero potencial de Venezuela.

Espero que haya logrado responder de alguna manera las inquietudes generadas por la entrevista y que amablemente me hiciste.

Un gran saludo,

CJR

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Carlos J. Rangel
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